"¡No tomen Tylenol!". Así de tajante se mostraba Donald Trump. Lanzaba esa recomendación a las mujeres embarazadas y señalaba, sin pruebas, que el Tylenol está relacionado con el riesgo de autismo en niños. También lanzaba dudas sobre las vacunas.

El Foco | La crisis del Tylenol desatada por Trump

No es la primera vez que este medicamento está envuelto en una polémica ni la primera vez que se acusa a un fármaco de causar autismo.

Desde la compañía han señalado que creen que la ciencia independiente y sólida demuestra claramente que tomar paracetamol no causa autismo y que están en total desacuerdo con cualquier sugerencia en sentido contrario.

También el Colegio americano de Obstetras y Ginecólogos ha emitido un comunicado en el que indica que el paracetamol es seguro.

Vamos por partes. ¿Qué es el Tylenol? Es un medicamento fabricado por la empresa Kenvue y su principio activo es el acetaminofén, conocido en Europa como paracetamol.

¿Quién es Kenvue? Se trata de una firma que se escindió hace 2 años de Johnson & Johnson. Pero el fármaco tiene 70 años de historia. Se lanzó en 1955 como una alternativa a la aspirina.

La "facturación" de Tylenol se incluye dentro de los ingresos anuales de Kenvue. Y sus ingresos anuales para 2024 han sido de casi 15.500 millones de dólares, un 0,07% más que en 2023. Y se calcula que Tylenol genera unos 1.000 millones de dólares en ventas anuales. Es decir, en torno a un 6,5% de sus ingresos.

No es la primera crisis que afronta el Tylenol. En 1982, siete personas murieron en el área de Chicago, envenenadas con cianuro de potasio. Se encontró en las cápsulas de Tylenol, cuando todavía pertenecía a Johnson & Johnson.

El envenenamiento no había tenido lugar en la fábrica, sino en las farmacias. Nunca se encontró al culpable. La farmacéutica reaccionó retirando todo el Tylenol del mercado norteamericano, una operación con un coste de 100 millones de dólares. El suceso provocó cambios significativos en el envasado de medicamentos, como la implementación de envases a prueba de manipulaciones a nivel mundial.

El temor a las vacunas por un estudio manipulado

Y tampoco es la primera vez que se asocia un fármaco al autismo. Un estudio presentado en el año 1998 apuntaba a la triple vírica.

El médico británico Andrew Wakefield presentaba una investigación preliminar, publicada en la prestigiosa revista científica The Lancet, en la que decía que doce niños vacunados habían desarrollado comportamientos autistas e inflamación intestinal grave. El temor se extendió por todo el mundo y las tasas de vacunación cayeron.

En 2004, el Instituto de la Medicina de EE.UU. concluyó que no había pruebas de que el autismo estuviera relacionado con las vacunas.

En cuanto a Wakefield, también en 2004 se descubrió que antes de la publicación de su artículo en The Lancet, había pedido la patente para una vacuna contra el sarampión que competiría con la triple vírica, algo que se interpretó como un conflicto de intereses.

En 2010, el Consejo General Médico de Reino Unido le retiró su licencia, acusado de actuar de manera "deshonesta", "engañosa" e "irresponsable".

Según se reveló, el estudio de Wakefield contaba con importantes fallos metodológicos o incluso en ocasiones había manipulado los datos.

Además, el periodista de investigación británico Brian Deer, especializado en temas farmacéuticos, aseguró que Wakefield había sido contratado -y pagado- por Richard Barr, un abogado que reclutaba a padres de niños autistas para demandar a los fabricantes de la vacuna y pedir indemnizaciones millonarias.

Aquel estudio, aunque hace mucho que se ha demostrado que era falso, sigue teniendo defensores y se siguen viendo sus consecuencias a día de hoy.