Pues parece que no. Por lo menos en opinión de algunos…

Hasta ahora en derecho, la prestación del consentimiento se demostraba, entre otras muchas maneras, con una firma. Pero recientemente estamos viendo como más de un implicado en presuntos delitos reconoce que firmó, pero complementa su declaración con la puntilla de “siguiendo el consejo legal”.

Yo no entiendo nada. El consentimiento es de uno y no de los consejeros. A los consejeros los selecciona uno, les pide asistencia y, al final, seguimos su opinión, o no. Repito, o no. Porque decidir, lo que es decidir, es cosa de uno.

De toda la vida hemos explicado en las facultades que el consentimiento puede estar viciado. El engaño, o la violencia pueden ser motivo como para dudar acerca de si realmente la voluntad era la que se plasmó. Y son cosas que ocurren y que merecen apartar al firmante del tema y exigir las convenientes responsabilidades al culpable. Pero que quien te manipule sea tu propio consejero, lo siento, no lo asimilo.

Lo que el profesional hace es dar un buen o mal consejo y basta. No decidir.

Ahora bien, y si fuera así, qué se quiere decir con eso de que “mis asesores me lo dijeron". ¿Quizás que quien manda es el asesor? ¿Que el responsable es este último? Eso no es así. Decidir, decidir, lo hace el que tiene facultades, poderes para hacerlo y el profesional que aconseja tiene su límite en esa carencia de poderes. Todo esto salvo cuando dispone de tales facultades, delegadas por ejemplo. Y ya veríamos si lo hace en su propio nombre o en el del principal…

Al final es una cuestión de toma de decisión, eso que tanto nos ha dado por estudiar a algunos y que se despacha en estos casos con una respuesta simplona del tipo “yo no sé de esto y me dijeron que firmara”.

Quiero concluir diciendo que en primer lugar el no saber es comprensible pero para eso uno se ayuda de su equipo de profesionales. En segundo, que una vez que se escoge una opción de las que se presentan, se asume como propia. Y en tercer lugar, no se entiende que acepten los beneficios de la firma y las consecuencias negativas se atribuyan al consejero.

Muchos son los ejemplos de actualidad. Deportistas, personas del mundo de los negocios… Sobre el papel, si el caso solo estuviera en el plano civil, podríamos hablar de asumir el problema y exigir posteriormente a quien le dio un mal consejo su parte de responsabilidad (suponiendo que sea solvente, porque las dimensiones del negocio del que decide y las del profesional del consejo no suelen ser similares). Aún así los seguros están para estas cosas.

El problema es que estamos hablando de responsabilidades penales y creo que no está bien visto que alguien, por ejemplo, envié a un propio a cumplir parte o la totalidad de la condena a que se le castiga.

Ya veremos cómo califican jueces y tribunales estos casos. Les aseguro que como mucho atenuarán la responsabilidad, pero poco más.

Para acabar, creo que es importante que sepan los implicados en estos casos que pueden, en un futuro, diseñar mejor su tanto de responsabilidad. ¿Por qué no dan poderes a alguien experto en el tema? No pasa nada por saber solo de futbol. Si además estamos hablando de los mejores. O de negocios, si incluso se trata de los que logran ser líderes en su gremio.

Lo que deberían hacer es escribirles unas instrucciones sobre lo que quieren. Pueden redactarlas incluso en la propia servilleta o el sobre usado, respectivamente. En este caso sí que podrían seguramente afirmar aquello de “no soy responsable penalmente”. Y todo porque solo firmó unas instrucciones, que no van a decir, claro está, defrauda, delinque.

Bueno, esto son solo una primeras reflexiones de tarde del domingo. Tampoco hay que tomárselo como un consejo legal, no vaya a ser que al final alguien lo siga y me haga responsable de su voluntad y firma.

Arcadio García Montoro
Abogad