El panorama concursal en España está experimentando una transformación significativa con el auge de los denominados "concursos sin masa", que representan actualmente el 70% de todos los procedimientos concursales declarados. Este dato sorprendente ha sido revelado durante en el Espacio Reestructuración y Segunda Vida de Surus en Capital Radio por José Luis Lillo Flores, abogado y administrador concursal.

Como siempre, con Alicia Tabanera, abogada del departamento de Insolvencias de Surus; Daniel Barrientos, responsable del Departamento de Inmuebles de Surus; y Luis Vicente Muñoz, CEO de Capital Radio.

Surus, Reestructuación y Segunda Vida | Concurso sin masa, bienes que no sirven para pagar las deudas

José Luis Lillo Flores, abogado y administrador concursal, explica las particularidades de un procedimiento que ya representa el 70% de los concursos en España.

"El concurso sin masa, a pesar de su nombre, no es un concurso de un deudor que no tiene nada. Es un concurso donde los bienes que tiene el deudor no van a ser útiles para el pago de los créditos concursales".

Esta situación se produce habitualmente cuando los bienes del deudor están gravados con embargos o cargas que superan su valor. Por ejemplo, un inmueble valorado en medio millón de euros pero con cargas hipotecarias superiores a ese importe hace que el patrimonio liquidativo sea negativo, resultando insuficiente para satisfacer al conjunto de acreedores.

El incremento de estos procedimientos hasta alcanzar ese 70% responde a múltiples factores. Uno de los principales, según el experto, es la composición del tejido empresarial español, dominado por pequeñas empresas, pymes y autónomos con patrimonios más reducidos.

Sin embargo, Lillo Flores apunta a una causa más profunda: "Un gran problema de este país es la falta de cultura concursal. Normalmente el emprendedor llega al concurso de acreedores demasiado tarde y muchas veces cuando ha agravado su patrimonio en exceso".

Esta demora provoca que cuando finalmente se solicita el concurso, la situación económica se haya deteriorado hasta el punto de hacerlo inviable para su propósito original.

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