El encuentro informal del Consejo Europeo celebrado en Copenhague ha puesto de manifiesto las dificultades de Europa para tomar decisiones concretas en materia de defensa, a pesar de las crecientes amenazas rusas. La reunión, que no concluye con decisiones formales sino que sirve para preparar futuros acuerdos, se centró en el fortalecimiento de la defensa europea y el apoyo continuado a Ucrania. Y el gran interrogante: ¿cómo utilizar los 140.000 millones de activos rusos congelados?
El general retirado Jesús Argumosa, profesor de la Escuela de Estudios de la Defensa, ha analizado los resultados de este encuentro señalando que el progreso ha sido escaso.
El general retirado Jesús Argumosa analiza los resultados inciertos de la reunión informal del Consejo Europeo en Copenhague para apoyar a Ucrania.
"Europa sigue sin tomar decisiones puntuales y decisivas", afirma Argumosa, quien destaca que se han identificado cuatro ejes principales para la defensa europea: "el Muro europeo de drones, la vigilancia sobre el muro oriental, la defensa aérea y el escudo de la ciencia espacial".
Entre las iniciativas más destacadas figura el llamado "Muro Europeo de drones", una combinación de sensores de nueva generación, sistemas de drones desplegables y capacidades de guerra electrónica. Sin embargo, el principal obstáculo sigue siendo la financiación de estos proyectos.
La financiación: el gran interrogante
Uno de los puntos más controvertidos ha sido cómo utilizar los aproximadamente 140 mil millones de euros de activos rusos congelados mediante sanciones. Según explicó Argumosa: "Hay países que dicen que esto jurídicamente no es viable, otros, los más importantes, sí se pronuncian por esta solución". A pesar de las discusiones, no se ha llegado a un acuerdo sobre "cómo, dónde y a partir de cuándo" se podrían utilizar estos fondos.
Como nota positiva, el general destaca que se ha acordado una "iniciativa conjunta entre la Unión Europea, la OTAN y Ucrania para construir drones, sobre todo los más modernos", con una inversión prevista de 2.000 millones de euros.
El contraste económico es evidente: Europa no puede permitirse utilizar aviones que cuestan "cada uno 1 millón contra ocho, diez o 20 drones que cada uno cuesta 10.000 euros". Esta disparidad exige un replanteamiento tanto operativo como económico de la industria de defensa europea.
La situación económica de Rusia también forma parte de la ecuación. Según indicó Argumosa, "el PIB de Rusia este año, el año pasado crecía muy poco, el 4%, y este año no va a llegar al 1%", lo que podría afectar a su capacidad militar a medio plazo.