La economía china crece en el segundo trimestre un 6,2% en tasa interanual. El dato está en línea con lo esperado pero es el menor ritmo de crecimiento en 27 años y deja en evidencia que la demanda se debilita lastrada por la presión comercial. Las cifras probablemente allanarán el camino para la adopción de medidas adicionales de apoyo a la economía antes de que finalice el año.

El dato de crecimiento entre abril y junio es el más lento desde el primer trimestre de 1992 -el primero desde que se tienen registros- e implica un retroceso respecto al 6,4% de crecimiento interanual del primer trimestre de 2019. La cifra, que se ajusta a las expectativas de los analistas, también supone una caída respecto del 6,6% de todo el año 2018.

La mayor debilidad provino de las exportaciones y la construcción, mientras los indicadores de consumo interno se estabilizan en junio con respecto a mayo.

La oficina de estadísticas de China reconoce que la economía enfrenta una situación compleja con crecientes incertidumbres externas. La segunda economía más grande del mundo también se enfrenta a nuevas presiones a la baja y tratará de asegurar un crecimiento económico estable.

Por ello, y ante la expectativa de pocos avances en las conversaciones con Estados Unidos, se esperan medidas de estímulo adicionales de Pekín. La idea es que el gobierno chino no permitirá que el crecimiento trimestral caiga por debajo del 6,0%. Hasta ahora el Gobierno de Xi Jinping ha mantenido una política monetaria flexible e introducido políticas industriales destinadas a estimular la inversión.

Los datos comerciales del pasado viernes mostraron que las exportaciones chinas de junio se contrajeron en tasa anual debido al incremento de los aranceles norteamericanos. Al mismo tiempo se redujeron las importaciones ante la debilidad de la demanda interna, lo que pone en alerta al resto de economías asiáticas que forman parte de su cadena de suministro.

Mejores han sido los datos de producción industrial y de ventas al por menor de junio que ofrecen algunos signos de estabilización. El crecimiento interno ha resultado mucho más robusto de lo que muchos esperaban. Los consumidores chinos no han entrado en pánico por la guerra comercial y la producción industrial ha subido un 6,3% superando las previsiones (+5,2%), mientras que las ventas minoritas han repuntado un 9,8% (vs 8,3% esperado) lideradas por las ventas de automóviles. También ha batido las expectativas la inversión en activos fijos al subir un 5,8%, tres décimas por encima de lo esperado.

Además, el crecimiento de los precios de las viviendas nuevas se ha enfriado en el sexto mes del año al reducirse las ventas por segundo mes consecutivo. El precio promedio de las viviendas nuevas en las 70 principales ciudades de China creció un 0,6% en junio en comparación con el mes anterior, lo que supone un descenso respecto al 0,7% registrado en mayo y el 50º mes consecutivo de ganancias de precio.

A pesar del enfriamiento en ventas y precios, la inversión inmobiliaria, importante motor de crecimiento para la segunda economía del mundo, se ha acelerado en junio al crecer un 10,1% interanual. Las nuevas construcciones suben un 8,9% interanual, frente a un aumento del 4% del mes anterior, lo que refleja una demanda aún robusta.

Sin embargo, los analistas afirman que el fuerte crecimiento de la inversión inmobiliaria se ha debido principalmente a la agresiva licitación de terrenos por parte de los promotores este año, mientras que la actividad real de construcción se ha ralentizado.

La pregunta ahora es si estos datos que dan algo de alivio a Pekín son sostenibles en el tiempo o su mejoría se debe a factores coyunturales.