Este fin de semana arranca en Pekín una cumbre en la que el gobierno chino presentará un proyecto comercial en el que invertirá más de 100.000 millones de dólares.

Representantes de más de 100 países y casi 30 jefes de estado viajan a China para conocer los detalles de un proyecto denominado One Road, One Belt, que busca recuperar la Ruta de la Seda como concepto de relación comercial. Algo que, en opinión de Carles Brasó, sinólogo y profesor de la Universitat Oberta de Catalunya, "tardará en dar sus frutos, porque hay actores principales que no participarán en este encuentro".



Europa y Asia estarán representadas en su mayoría, más allá de los recelos que despierta entre algunos socios comerciales un proyecto tan ambicioso como el One Road,One Belt, para el que el gobierno chino ha destinado 40.000 millones de dólares y provisionado a través del Banco Asiático de Inversión e Infraestructuras casi 100.000 millones más. La idea es relanzar la economía del gigante asiático con grandes proyectos energéticos y de infraestructuras. "Las ausencias de Donald Trump o Shinzo Abe no preocupan al gobierno chino, que está acostumbrado a crear proyectos que avanzan poco a poco en términos globales", como explica Carles Brasó.

Son muchas las naciones que ven en este nuevo proyecto una injerencia política y que no creen que los proyectos comerciales vayan a desarrollarse sin la intervención del gobierno chino, pero las cantidades que se manejan son de tal magnitud, que los representantes de los distintos países buscan posicionar a sus empresas en el gigante asiático de cara a conseguir grandes contratos.