El Banco de España mantiene sus previsiones de crecimiento de la economía española, pero reconoce que la actividad y la creación de empleo se están ralentizando. Entre los riesgos internos cita que "las tensiones políticas en Cataluña podrían afectar eventualmente a la confianza de los agentes y a sus decisiones de gasto y condiciones de financiación". En el ámbito externo, persisten ciertos focos de riesgo geopolítico que pueden llegar a "suponer una amenaza para la recuperación de la economía global", como el proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea o el futuro de la política fiscal estadounidense.

Espera que el PIB continúe su actual fase expansiva, “apoyada en los avances en la corrección de los desequilibrios de la economía”, la reducción del sobreendeudamiento del sector privado y las condiciones financieras holgadas favorecidas por la actual orientación expansiva de la política monetaria.

Sin embargo, el organismo espera que los elementos que han impulsado la economía nacional en los últimos años pierdan fuerza, lo que derivará en “una moderación del avance del producto”. Según sus proyecciones macroeconómicas, estos factores incluyen las recientes decisiones de gasto de los hogares y empresas que se habían pospuesto durante la crisis, la política fiscal y las caídas del precio del petróleo en años anteriores.

Tras crecer un 3,1% este año, el Banco de España espera que el PIB nacional crezca un 2,5% en 2018 y un 2,2% en 2019. Espera que el reciente tipo de cambio del euro tenga “cierto impacto negativo sobre la evolución de la actividad y la inflación”, pero considera que se verá después contrarrestado por el “fortalecimiento más reciente del entorno exterior de la economía” y del área del euro.

El crecimiento de la economía española continuará apoyándose en la demanda nacional, aunque se prevé una desaceleración para la misma en los dos próximos años, mientras que la demanda exterior también ejercerá una contribución positiva, “aunque decreciente”.

En cuanto al empleo, el organismo prevé que el ritmo de crecimiento se modere en el periodo, “en línea con la evolución esperada para la actividad”. El aumento de la ocupación generará “disminuciones adicionales en la tasa de paro, cuyo nivel se situaría por debajo del 13% a finales de 2019”.

El Banco de España prevé que la evolución de los precios se desacelere a corto plazo, debido a la desaparición progresiva de los efectos de los precios energéticos, aunque a partir de comienzos de 2018 el IPC repuntará gradualmente. La inflación crecerá un 1,9% este año, una rebaja de una décima respecto a las previsiones de junio, un 1,3% en 2018 y un 1,9% en 2019.

En los mercados financieros, el Banco de España cita el entorno de liquidez abundante y de bajos niveles de volatilidad, que pueden dar lugar a situaciones de ajuste abrupto en los precios de algunos activos, con efectos negativos sobre las condiciones de financiación de los agentes.