Comienza la semana con tono negativo para los indicadores asiáticos, que se dejan cerca de medio punto porcentual esta mañana. Las mayores caídas las protagoniza la tecnológica Toshiba, que acusa el golpe de su división nuclear, Westinghouse, al presentar unas pérdidas superiores a los 3.500 millones. Además, deberá anotar una devaluación de los activos de esa división cercanos a los 6.000 millones de dólares. Algo que, en todo caso, Toshiba pretende solucionar con la venta de una participación en su división de chips y memorias flash, con la que quiere captar 8.800 millones.

En China, dentro del mercado, el regulador ha salido al paso de la fuga de capitales que se estaba produciendo en muchas empresas, y asegura que mejorará la supervisión sobre las empresas estatales, facilitará la salida a bolsa de nuevas compañías y buscará estabilizar el marco contable, para que todas las empresas, independientemente de donde tengan su sede, presenten una contabilidad similar. Además, asegura que va a reforzar la supervisión del mercado de divisas, y que mejorará la transparencia en sus comunicaciones. Además, admite que en este sentido han podido cometer errores.

Dentro de todo este entorno que está por nacer el China Everbright Bank emitirá bonos a diez años con la esperanza de captar este jueves 4.000 millones de dólares. Una ampliación de capital inmensa que, según los expertos, podría cubrir el gobierno en un 50%.

Por cierto que también BNP Paribas ha contratado a los bancos para realizar una emisión de bonos senior a 7 años en Singapur. Esta sería la primera venta por parte de un banco de bonos senior franceses denominados en dólares de Singapur, y servirán para cubrir las pérdidas de la entidad en la región.

En clave macroeconómica, y todavía en China, un sondeo de la agencia reuters apunta a un nuevo crecimiento en febrero del sector manufacturero. Sería, de confirmarse, el séptimo consecutivo.

El consejero de Estado chino Yang Jiechi, arquitecto de la política Exterior del país, inicia hoy una visita de dos días a Estados Unidos, el primer viaje de un alto funcionario del régimen chino a ese país con Donald Trump como presidente.

El viaje de Yang responde a una invitación del Gobierno estadounidense, y se produce unas dos semanas después de que los mandatarios de ambos países mantuvieran su primera conversación telefónica tras la toma de posesión de Trump.