Las materias primas se cuelan como protagonistas de madrugada en los datos de PIB en Japón, y también en la balanza comercial china. En lo empresarial, Toshiba está cerca de vender su división de chips.

En China, en lo referente a la balanza comercial, las exportaciones crecieron un 8,7% en términos interanuales, y las importaciones crecieron un 14,8%. En ambos casos superan las expectativas y suponen indicadores positivos. Por un lado, el crecimiento en las exportaciones indica que el sector industrial y las empresas enfocadas al exterior mantienen una velocidad de crucero que permite pensar que el PIB cerrará el año superando las previsiones del 6,3% de crecimiento. Por otro, las importaciones apuntalan el cambio de modelo productivo, con el consumo como nueva base de crecimiento y las compañías que venden en China incrementando su producción y sus importaciones cada nuevo mes. Respecto a la relación con Estados Unidos, el superávit comercial de China fue de 22.000 millones de dólares. Más de la mitad del superávit total del gigante asiático se consigue allí (el superávit global es de 40.810 millones de dólares). En lo tocante a las materias primas, la demanda de hierro es la que más se incrementó, sobre todo gracias al incremento en la construcción de viviendas.

En Japón, esta mañana han revisado el PIB del primer trimestre y del 2,2% pasan desde el Gobierno a explicar que el crecimiento fue del 1%. Explican la caída en la revisión por un menor consumo de lo que habían calculado inicialmente, pero sobre todo achacan el descenso a la caída en los inventarios de las refinerías, que tuvieron que elevar su demanda de crudo por encima de las expectativas. El consumo privado, que representa aproximadamente el 60 por ciento del PIB, subió un 0,3 por ciento, por debajo de la ganancia preliminar del 0,4 por ciento, y en conjunto, la demanda del gobierno, las empresas y los hogares contribuyó con un 0,1% al crecimiento. Un crecimiento exiguo al que se referirá el Banco Central de Japón en su próxima reunión, en la que explicará cuánto deberían subir los salarios y, según el consenso del mercado, reducirá el nivel de estímulos monetarios que inyecta en el mercado.

Terminamos en clave empresarial con Toshiba, que está decidiendo entre dos ofertas, la de Broadcom (con quien esta semana ha mantenido conversaciones en exclusiva) y la de Western Digital, uno de sus corporativos. La idea en todo caso es vender su división de chips para sanear el balance. Además, el hecho de que esta venta se produzca a una compañía estadounidense tiene que ver con las leyes de protección de patentes, que permitirán que a pesar de esta venta en Toshiba puedan proseguir en secreto con sus investigaciones.