El yuan ha registrado su mayor caída en más de dos décadas y toca mínimos de tres años, después de que el banco central chino sorprendiera a los mercados al devaluar su moneda en casi un 2%, desatando reacciones que algunos analistas calificaron como preámbulo de una guerra cambiaria.

El banco describió la medida como "una devaluación excepcional" y la consideró como una reforma de libre mercado, pero, después de una serie de datos mediocres de la economía china, donde las exportaciones se desplomaron más de 8 por ciento en julio, muchos economistas dijeron que la decisión tenía como fin apuntalar la competitividad del país en los mercados internacionales.

Otros indicaron que el empeño de China para que el yuan sea incluido en la cesta de monedas de "Derechos Especiales de Giro" del FMI fue el principal motivo de la decisión, argumentando que el tamaño de la devaluación no habría sido lo bastante intenso como para ayudar a los exportadores.

China gestiona el tipo de cambio de su moneda a través de un punto medio oficial, desde el cual puede variar un 2% cada día, pero en los últimos meses la volatilidad se ha desvanecido. El Banco Popular de China dijo que ahora está basando el punto medio en cotizaciones de creadores de mercado y en el precio de cierre del día anterior.

Un yuan más débil abarata las exportaciones chinas. Los países que se ven con desventaja competitiva podrían sentirse tentados a devaluar también sus monedas como medida de represalia.