“Cada año mueren 6.5 millones de personas en el mundo a causa de la contaminación energética”. Es una de las frases del director de la Agencia Internacional de Energía, Fatih Birol que protagoniza la 23 edición del Congreso Mundial de la energía. Justamente esta cifra coincide con los últimos datos de la agencia que destacan un ahorro del 13% en el consumo energético de los países desarrollados.

Las medidas de eficiencia energética adoptadas por los países desarrollados de cara a reducir el calentamiento global permiten ahorrar 540.000 millones de dólares en el consumo de la energía. Esa eficiencia avanza a buen ritmo y lo pone en evidencia la mejora del 1.8% de la intensidad energética en 2015, un indicador que mide la energía necesaria para producir una determinada cantidad de riqueza.
Se trata de una cifra positiva pero insuficiente para reducir el calentamiento global y cumplir con los objetivos fijados por la Comunidad Internacional. De hecho, Birol apuesta por la energía nuclear como una de las opciones para hacer frente a los peligros de la contaminación y los gases de C02.

Es muy importante analizar que tipo de impacto mide la economía del petróleo y la eficiencia energética y que cómo afecta a la demanda.Por ejemplo, los coches se han convertido mucho más eficientes que en el pasado, los consumidores usan menos aceite y son muchos más eficientes ahora, comparado con hace años.

Aunque no solo eso, sino que la intensidad energética mundial tendría que crecer entorno al 2.6% anual para encaminar al mundo en una senda sostenible.
Europa, en concreto, debe lograr un aumento del 20% en la eficiencia energética para estar a la altura del acuerdo de Paris y evitar los peligros del cambio climático. Un pacto que ha sido ratificado la semana pasada por la Unión Europea y que apuesta por la lucha contra el calentamiento global.
No solo la comunidad europea ya ha dado luz verde para poner en marcha el acuerdo, sino que también lo ratifican las otras tres potencias más contaminantes, China, EEUU e India. En total, entre las cuatro fuerzas acumulan la mitad de las emisiones de C02 mundiales.
El caso de China es bastante particular, pues pese a ser uno de los países que más contamina, ha aumentado un 5.6% su intensidad energética. Las respuestas a esa mejora de eficiencia recaen en que la demanda energética del gigante asiático en 2015 vio su cifra más baja desde 1997.