Las reacciones a la política proteccionista de Trump no se han hecho esperar, han sido numerosas y desde diversos sectores: la industria automovilística, de bebidas, de la construcción y la aeronaútica. Recordemos que ayer el Presidente Donald Trump anunciaba aranceles al aluminio y al acero. Se intuye la amenaza de una suerte de efecto dominó de contramedidas que desemboque en una guerra comercial.



También varios congresistas republicanos han unido sus voces para pedir al presidente que reconsidere su postura, o al menos la suavice no incluyendo a países exportadores cuyo acero alimente a la industria americana de defensa. Así nos lo ha contado Argemino Barro, corresponsal en Nueva York.

El jefe del Comité Financiero del Senado, republicano, ha advertido que el precio de estas materias se puede encarecer y derivar en un impuesto extra para los estadounidenses.
El Presidente del Consejo Económico se mostró crítico desde un primer momento con la política proteccionista de Trump, amenazó con dimitir si el presidente tomaba medidas como las anunciadas ayer. Dentro del Gabinete Trump también se oyen voces disidentes con la retórica proteccionista.

De momento no se ha dicho la última palabra, Trump espera firmar los decretos ley la próxima semana.

La política de Trump pone en relieve dos puntos del pensamiento del presidente: una visión transaccional y mercantilista de la política nacional. Y no es el único.
Argemino Barro, corresponsal en Nueva York, nos da las claves del antecedente político proteccionista de G.W Bush.



En 2002 el presidente Bush ya estableció una tarifa del 30% a las importaciones de acero y la reacción generalizada fue similar. En un principio la medida estaba pensada para 5 años de vigor, sin embargo se derogó al año y medio por falta de resultados positivos. La maquinaria lobbística de Washington ya está ejerciendo presión contra estas medidas.