El Gobierno de Mauricio Macri cumple lo que prometió en campaña: el fin de los controles cambiarios. Es el punto final de las restricciones a la compra de divisas extranjeras. Lo ha anunciado en rueda de prensa el ministro de Hacienda, Alfonso Pratt-Gay. Con esta medida, la economía no mejorará de forma inmediata, aunque sí recuperará salud a largo plazo.

Lo primer objetivo es la llegada de divisas que impulse la economía argentina y reducir la inflación, que ya está por encima del 20% anual.

En 2016, el peso argentino se devaluará y la economía seguirá estancada. Para que la moneda nacional no se derrumbe, el nuevo Gobierno negocia una financiación de 5.000 millones de dólares por parte de bancos internacionales. Así consiguen fortalecer las escasas reservas que tiene el país.

Otro de los temores es que la devaluación llegue a los precios minoristas. Para evitarlo, el Banco Central alza hasta los 1.000 puntos el tipo de interés.

Devaluación de la moneda, recortes en los salarios y pérdida del poder adquisitivo, es lo que espera a Argentina en un primer momento. Pero el Gobierno de Macri mira a largo plazo.