Las proyecciones del Banco de España mantienen el buen ritmo de avance de la economía española. Según la actualización de las previsiones del Banco de España, el PIB a comienzo de 2019 ha continuado su crecimiento, aunque con cierta desaceleración. Se prevé que el avance del PIB se sitúe en el 2,2% este año, en el 1,9% en 2020 y en el 1,7% en 2021.  El crecimiento del producto seguirá sustentándose sobre la demanda nacional, cuya aportación positiva al avance del PIB tenderá a moderarse.

Este horizonte queda marcado por la valoración más desfavorable de los mercados exteriores, la revisión inferior de los precios del petróleo y por las expectativas de que los tipos de interés permanezcan en niveles muy reducidos durante un plazo de tiempo más largo. Los riesgos de las proyecciones se orientan, en todo caso, a la baja.

En el plano exterior, aunque en los últimos meses se han ido afianzando las perspectivas de que la actual disputa comercial entre Estados Unidos y China, cabe la posibilidad de nuevas tensiones proteccionistas. Además, también se suman los riesgos asociados al Brexit sin acuerdo.

Desde una perspectiva interna, las próximas elecciones arrojan incertidumbre sobre las políticas económicas futuras. Desde el Banco de España, creen que la agenda futura española debe retomar el proceso de consolidación presupuestaria y la adopción de medidas que favorezcan un funcionamiento más eficiente de los principales mercados de productos y factores.

La nueva previsión anticipa la prolongación de la fase alcista del ciclo, sustentándose en las mejoras competitivas obtenidas desde el inicio de la crisis, el acomodamiento de la política monetario y los efectos de las medidas fiscales expansivas aprobadas desde mediados de 2018.  En cualquier caso, la economía española se desaceleró a lo largo de 2018. El PIB aumentó un 2,5%, medio punto menos que en 2017. Una evolución similar a la del empleo, con la mejora de la situación patrimonial del sector privado no financiero y de condiciones financieras.

Por lo que respecta al empleo, se proyecta una moderación de su ritmo de avance, tras el dinamismo de los últimos años. La ocupación crece un 0,4 % en lo que llevamos de año, registrando una caída de dos décimas respecto al periodo anterior, que apunta a una desaceleración de esta variable en los dos primeros meses del año. Las proyecciones contemplan una disminución de la tasa de paro hasta el 12 % a finales de 2021.

Poco dinamismo en los precios

En el ámbito de los precios, se observa un escaso dinamismo, en un contexto de ausencia de presiones inflacionistas externas y de repunte de los salarios. Aunque, eso sí, el repunte proyectado de los costes salariales conllevará mayor presión inflacionista.  La inflación que se desaceleró en los primeros meses del año, con un registro de siete décimas menos en febrero respecto a las cifras del último trimestre.

El avance de la inflación subyacente, medido con la tasa de variación del Índice Armonizado de Precios al Consumo (IAPC) sin alimentos ni bienes energéticos, se elevará gradualmente a partir de mediados de 2019,  revirtiendo parcialmente la moderación que ha mostrado en los primeros meses del año, y alcanzando el 1,1% en 2019. Para los próximos años, 2020 y 2021, se estima que aumente hasta el 1,5% y 1,7%, respectivamente.

En el caso del indicador general, tras elevarse un 1,7 % en 2018, su tasa de variación media anual se situaría en el 1,2 % en 2019, con una previsión de 1,6% en 2021. Datos que confluyen en un contexto en el que la tendencia alcista del componente subyacente se vería acompañada por una cierta estabilidad de los precios energéticos, tras la caída mostrada en la parte transcurrida de 2019.

Por su parte, el consumo de los hogares, que se mantiene como el principal elemento de soporte del crecimiento en el horizonte de proyección, podría moderarse más allá de lo previsto en escenarios de recomposición de la tasa de ahorro y moderación del crédito destinado a financiar este tipo de gasto más pronunciados que los considerados en estas proyecciones.