El Banco de Japón (BoJ) mantiene sin cambios su política monetaria y también su visión optimista de la economía. El organismo nipón confía en que la sólida recuperación acelerará gradualmente la inflación hacia su objetivo del 2% sin estímulos adicionales.

El organismo mantiene también en el -0,1% el tipo a corto plazo que aplica a determinados depósitos que los bancos contratan con la entidad. Seguirá comprando bonos del gobierno nipón con el objetivo de mantener el activo a 10 años en torno al 0%.

Sorpresivamente la decisión se ha tomado por ocho votos a favor y uno en contra, dentro de una junta elegida totalmente por el primer ministro Shinzo Abe. El nuevo miembro del BoJ, Goushi Kataoka, ha discrepado de la decisión general, argumentando que la actual política monetaria es insuficiente para impulsar la inflación hacia el objetivo en el año fiscal 2019, aunque el IPC seguirá subiendo por el momento impulsado por los precios del petróleo y las tasas de cambio.

El comunicado del BoJ no menciona sugerencia alguna de Kataoka, un economista que aboga por políticas fiscales y monetarias expansivas y que argumentó ya en noviembre de 2016 que el banco central debería haber expandido su flexibilización, justo dos meses después de la implementación del programa de control de la curva de rendimiento. Kataoka, que ha pasado anteriormente por Mitsubishi UFJ Research and Consulting Co., argumenta que la política fiscal debe desempeñar un papel mayor en la revitalización de la economía.

La apuesta de Kataoka puede reavivar un debate ya apagado en el Banco de Japón. Aunque los observadores del organismo esperan que el BoJ mantenga la actual hoja de ruta al menos hasta abril, cuando termina el mandato del actual gobernador Haruhiko Kuroda, incluso si el volumen del balance se acerca peligrosamente al tamaño de la propia economía japonesa. Ya en junio el banco central alcanzó un nuevo hito después de que el balance superase los 500 billones de yenes (4,48 billones de dólares) habiéndose más que triplicado desde que la entidad comenzara con los estímulos cuantitativos en 2013.

Esto deja al banco central cada vez más desfasado de sus pares globales en un momento en que la FED ya ha anunciado el programa para reducir su balance a partir de octubre y el BCE anunciará previsiblemente en octubre su plan para comenzar a relajar la política monetaria.