La economía china muestra una curiosa paradoja en sus últimos datos económicos. Mientras los precios al consumidor repuntan un 0,7% en términos interanuales -la lectura más fuerte en dos años-, la deflación sigue siendo un problema estructural, con un indicador de precios al productor que cae otro 2,2%.
Este contraste refleja los desafíos que enfrenta la segunda economía mundial, donde el consumo interno continúa siendo un factor crítico. "El tema del consumidor es una cuestión que lastra la economía de China y, poco a poco, parece que las medidas que va incorporando el gobierno chino van encontrando el buen camino", explica Águeda Parra, analista geopolítica de China Geotech.
La especialista señala que el gobierno chino ya "ha identificado incrementar el consumo doméstico como una de las mayores prioridades para 2026", reconociendo que este aspecto requiere atención prioritaria a pesar del cumplimiento potencial de otras metas económicas.
El gigante asiático comienza a mostrar signos de recuperación en su consumo interno mientras desarrolla alternativas a la tecnología estadounidense.
Superávit comercial récord pese a la guerra arancelaria
En el ámbito comercial, China muestra una sorprendente resiliencia. "China ha conseguido ya en estos 11 primeros meses superar el superávit comercial que ya se alcanzó en 2024", afirma Parra. Las cifras son contundentes: un superávit de 1,1 billones de dólares, con estimaciones de alcanzar los 1,2 billones al cierre del año, lo que supondría un nuevo récord histórico.
Este logro resulta más notable considerando la guerra arancelaria y las tensiones comerciales con Estados Unidos. Sin embargo, el gobierno chino no quiere depender exclusivamente de las exportaciones. Como indica Parra, "China no quiere seguir dependiendo de estas exportaciones como motor económico únicamente, sino que lo que pretende es revalorizar ese impulso de la demanda interna como otro motor de crecimiento".
Uno de los desarrollos más significativos en la relación con Estados Unidos es la reciente autorización de la administración Trump para que Nvidia y otras empresas vendan ciertos chips de inteligencia artificial a China, revirtiendo parcialmente restricciones anteriores.
"Es una lucha que ha tenido el CEO de Nvidia para conseguir que la Casa Blanca entienda no solamente la componente comercial, sino también la componente tecnológica", explica la analista. El mercado chino representa aproximadamente 500.000 millones de dólares para Nvidia, pero hay factores estratégicos en juego.
La restricción de acceso a tecnología estadounidense ha provocado que China desarrolle alternativas propias. Huawei ha avanzado en la creación de chips con capacidades similares a los de Nvidia, mientras el país promueve un enfoque de código abierto en inteligencia artificial que se expande a otros mercados.
"En el momento en que la inteligencia artificial con el código abierto que ha propuesto China se va expandiendo a determinados países, lo que también se exporta es la tecnología asociada a ese código abierto"
