Turquía registró en 2016 una caída de la confianza económica y una breve contracción económica. La respuesta rápida y sólida, basada en exenciones fiscales, incentivos al empleo y medidas de apoyo crediticio llevó a una recuperación en forma de V que, en 2017 generó una impresionante tasa de crecimiento del 7,4% del PIB real. Sin embargo, el último informe difundido por Crédito y Caución advierte que “el motor económico turco se está sobrecalentando claramente y está empezando a fallar”. Con una inflación por encima del 12%, muy por encima del objetivo del banco central del 5%, “los tiempos económicos turbulentos están lejos de haber terminado. Es posible, incluso, un escenario de aterrizaje forzoso”.



El informe destaca que el enfriamiento gradual de Turquía requiere cierta alineación implícita entre la política fiscal y monetaria que hasta ahora ha estado ausente. “La situación actual, en la que las tardías medidas agresivas de política monetaria del banco central intentan compensar el excesivo estímulo fiscal del gobierno, no es un mix óptimo de políticas. Un nuevo episodio de volatilidad en el tipo de cambio, seguido por el agotamiento de los flujos de capital, sería el desencadenante más probable de un aterrizaje forzoso de la economía turca”, afirma.

En este contexto, la perspectiva comercial de Turquía se deteriora para los exportadores europeos. “La depreciación de lira es una mala noticia para los socios comerciales turcos. Aunque una moneda más barata hace que Turquía sea más competitiva en términos de costes y apoya el crecimiento de las exportaciones turcas, la demanda de productos de importación, más costosos, debería comenzar a desacelerarse desde su alta tasa actual de crecimiento”. La Unión Europea, que representa el 37% de las importaciones turcas, podría resultar la más afectada ya que Turquía puede desviar aún más su demanda de Europa hacia importaciones más baratas de China, Rusia y Oriente Medio.

El informe difundido por la aseguradora de crédito líder en España advierte que “los socios comerciales europeos deberían preocuparse por la salud financiera de las empresas turcas con las que hacen negocios” ya que la deuda externa, que es principalmente propiedad del sector privado, supera el 200% de las exportaciones turcas de bienes y servicios. “En particular, las empresas no financieras corren un riesgo cambiario sustancial con aproximadamente la mitad de sus préstamos totales, que representan cerca de 70 % del PIB, denominados en moneda extranjera”.