Cruzar el mar desde Libia hasta Italia cuesta entre 1.000 y 2.000 euros. El viaje desde Malí o Chad hasta el puerto libio de salida se cobra por otros 1.000. Si una vez ya en Europa el objetivo es, por ejemplo, pasar de Francia a Inglaterra la factura se puede disparar hasta los 4.000 euros.

El coste de las rutas migratorias actuales con destino Europa se ha disparado en los últimos años a medida que aumentaban los movimientos de personas que huyen de sus lugares de origen y, sobre todo, desde que su huida se convirtiera en fuente de negocio para contrabandistas, grupos organizados y terroristas.

“Los traficantes trabajan en África y en Oriente Medio hasta las aguas internacionales del Mediterráneo. Hablamos de traficantes a las puertas de Europa, no en Europa como dicen los italianos ahora”, apunta Loretta Napoleoni, autora de “Traficantes de personas” y “El fénix islamista”.



Estos grupos comenzaron a operar hace 18 años y ha medida que se incrementaron las cifras comenzaron a sacar tajada grupos y bandas criminales, a los que después se sumaron “grupos yihadistas, especialmente Al Qaeda en el Magreb”. Napoleoni insiste en que “no es un fenómeno nuevo”, ni tampoco lo son los acuerdos que Bruselas pretende implementar ahora: “Berlusconi ya pactó acuerdos hace décadas con Gadafi para frenar la inmigración desde Libia”.

Aun así, considera improbable que vaya a funcionar la propuesta comunitaria de crear “campos voluntarios” en los países que reciban migrantes -como España, Italia o Grecia-, aunque si ve una posibilidad en aquellos Estados que buscan su adhesión a la Unión Europea, como Albania.

¿Por qué parece que estos grupos actúan con impunidad alrededor del Mediterráneo? “Es un negocio que se puede hacer con facilidad en regiones con anarquía total. A las puertas de Europa no tenemos el tipo de estabilidad política que sí tenemos dentro”, señala la experta.