La primera ministra británica, Theresa May, ha insistido en que lo que buscar Reino Unido es una prórroga corta del Brexit, hasta el 30 de junio como máximo, algo que en todo caso les abocaría a participar en las elecciones europeas de mayo (algo que no gusta a todos los parlamentarios británicos). Es por eso que May confía en conseguir que los diputados de su país le den el visto bueno a su acuerdo de retirada antes del 22 de mayo, para evitar participar en los comicios.

En el lado contrario, los Veintisiete Estados miembros de la Unión Europea parecen preferir una prórroga más larga, de incluso varios meses (se habla de llegar hasta finales de año). Es la postura de la canciller alemana, Angela Merkel.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha propuesto que el aplazamiento sea flexible, es decir, que se extienda hasta el momento en el que haya un acuerdo, y que en todo caso no dure más de un año.

También ha llegado a este encuentro Pedro Sánchez. El presidente español aboga por evitar, por encima de todo, una salida de Reino Unido sin acuerdo, algo que “no quiere tampoco ni el propio Parlamento Británico”.

Para el presidente francés, Emmanuel Macron, la prórroga no es un escenario seguro, “no hay nada garantizado”. Pide que no se dé por sentado que Reino Unido va a obtener esa ampliación del plazo, porque para ello la primera ministra británica, Theresa May, debería convencer primero a sus socios de que hay un proyecto político detrás, que justifica el aplazamiento.

Más estricto se ha mostrado el primer ministro de Bélgica, Charles Michel, que ha recordado que los Veintisiete podrían no ponerse de acuerdo (un requisito imprescindible para que se conceda la prórroga), al tiempo que ha abogado por un aplazamiento de entre seis meses y un año, que culmine con un Brexit “automático” si Londres no es “leal” en las negociaciones con sus socios.

Si los países miembros no conceden esa nueva prórroga esta noche, habrá un Brexit duro este viernes 12 de abril.