El bitcóin ha vuelto a desplomarse y se ha anotado un recorte en torno al 29% que le ha llevado a perder el nivel de los 10.000 dólares en las últimas horas, aunque ahora cotiza en el entorno de los 11.300 dólares.

Le siguen de cerca el resto de criptomonedas, donde destaca el recorte de Ethereum que también ha llegado a caer cerca de un 30%. La recogida de beneficios, la presión de las ballenas y los miedos a los reguladores en su avance hacia nuevas reglas que restrinjan la floreciente industria de criptomonedas están detrás de las caídas.

Corea del Sur se plantea medidas para prohibir o restringir la compraventa de bitcoines en sus mercados financieros y el fisco acusa a las mayores casas de cambio de criptomoneda del país de evasión fiscal. Al mismo tiempo, China anuncia medidas para eliminar la industria de minado de bitcóin ante la preocupación que plantea el excesivo consumo de electricidad y el riesgo financiero. Y como en otros meses de enero, la divisa virtual reacciona a la baja y pulveriza en una sola jornada los ascensos de las últimas semanas.

Sin embargo, aunque estas noticias sean duras para un mercado ya de por si volátil las fuentes consultadas nos llevan a mirar más allá. La de las criptomonedas es una historia de ballenas y sardinas.

Se calcula que en torno a un 40% del mercado de bitcóin está en manos de unos 1.000 usuarios. Estos individuos que poseen una gran cantidad de bitcoines son conocidos como ballenas y han dominado el mercado desde el principio, demostrando su capacidad para influir de forma considerable en el valor presionando a la baja o al alza. Además, pueden coordinar sus movimientos ya que muchos de ellos se conocen desde los inicios de la criptodivisa. Al no ser un activo regulado es posible que un grupo de individuos se coordine según sus intereses.

Aunque ahora la llegada de un número cada vez mayor de inversores minoristas, conocidos como sardinas, podría restarles algo de peso en el mercado. Además, los reguladores intentan poner coto a los “pump groups”, donde los usuarios se unen para manipular los precios. Movimientos donde los más peces más pequeños no tienen ninguna oportunidad y quedan atrapados en sus redes.

Así que por el momento los grandes tenedores de bitcóin pueden hundir los precios de un momento a otro vendiendo una parte considerable de su cartera. Movimientos que llevan, por ejemplo, a la caída de las páginas web más famosas de intercambio de criptomoneda en momentos claves de compraventa que dejan fuera de juego a ese nuevo grupo de inversores minoristas mientras las ballenas siguen forrándose.

Ejemplo de ello podría ser el desplome del pasado mes de diciembre, cuando el bitcóin se dejó un 30% en una semana, registrando su peor marca semanal desde 2013 y llegando a perder los 13.000 dólares. Se registró otra corrección en noviembre, una semana después de alcanzar por primera vez los 10.000 dólares, y dos meses antes había sufrido otro recorte cercano al 40%.

En todos estos movimientos se aprecia detrás la acción de quienes tienen más capacidad para influir en el precio a su antojo y ganar dinero con ello. Si sumamos noticias importantes, como el cierre de casas de intercambio o el veto a la minería de bitcóin, al pánico que pueda surgir entre los nuevos inversores ante momentos de máxima tensión, encontramos el cocktail perfecto para un nuevo desplome del precio.