Mario Draghi afronta su primera reunión del año con los ojos de los inversores clavados en la nuca. El mercado busca pistas para anticiparse al endurecimiento de la política monetaria ante las renovadas expectativas de que el Banco Central Europeo retire sus estímulos antes de lo previsto inicialmente, una idea que ha comenzado a cuajar tras el cambio de tono observado en las actas de la reunión anterior.

En diciembre quedó reflejado el debate persistente en el seno del BCE en torno a la conveniencia o no de fijar una fecha tope para el fin del programa de compra de deuda, que se prolongará este año por 30.000 millones de euros mensuales hasta septiembre, o “más allá si fuera necesario”.

La idea de que este año será el de la retirada de estímulos va más allá de Europa, con nuevas subidas de tipos de interés previstas en Estados Unidos, y el mayor optimismo en el Banco de Japón. Previsiones que añaden presión al italiano, pero que pueden chocar con la fuerte escalada de la divisa europea. El euro se aprecia un 3% en lo que va de año acercándose a niveles de 2014, animado también por la expectativa de que el organismo monetario comience a replegarse.

La importante revalorización de la divisa, que alcanza 1,2448 dólares, incomoda al presidente del BCE. Una moneda más fuerte perjudica a las exportaciones europeas, pero también abarata lo que Europa compra al exterior, por ejemplo el petróleo, así que presiona a la baja la inflación. Así que en la rueda de prensa posterior a la reunión del BCE, Draghi podría intentar rebajar la escalada del euro, como ya hicieron la semana pasada algunos miembros del Consejo de gobierno del organismo, que alertaron sobre los riesgos de la fortaleza de la moneda para el repunte de los precios en la eurozona.