El Banco Central Europeo (BCE) cumple con el guión y mantiene sin cambios su política monetaria ultraexpansiva, con el precio del dinero en el mínimo histórico del 0% y la tasa de facilidad de depósito en el -0,40%. Se mantiene también el volumen de compra de activos en 60.000 millones de euros mensuales en lugar de los 80.000 millones previos desde este mes de abril y, al menos, hasta finales de año o "más allá si es necesario" y "en cualquier caso hasta que el Consejo de Gobierno observe un ajuste sostenido de la senda de inflación que sea compatible con su objetivo de inflación".

El gobernador, Mario Draghi, asegura que ni si quiera se ha discutido abandonar la política de estímulos, aunque ha reconocido que la recuperación económica es cada vez más sólida y amplia, al mismo tiempo que "han disminuido los riesgos a la baja". También ha reconocido que algunos miembros del consejo de gobierno del organismo tienen una visión más optimista del crecimiento económico y que hay diferentes puntos de vista sobre los riesgos deflacionistas.

El italiano augura que los precios oscilarán en el entorno actual del 1,5% hasta finales de año, aunque prevé un aumento del IPC en el mes de abril. Defiende como en reuniones anteriores que son necesarias "condiciones financieras muy favorables para elevar la inflación hasta su objetivo", cercano pero por debajo del 2%. Con la tasa subyacente todavía por debajo del 1%, el BCE defiende que no tiene suficiente confianza sobre que la inflación converja hacia su objetivo e insiste en que es todavía necesaria la política del BCE: "No veo motivos para que nuestra política se desvíe de los parámetros que estamos marcando".

Respecto a la incertidumbre política y el posible resultado electoral en Francia, que resta incertidumbre al mercado tras el resultado de la primera vuelta, Draghi responde: "En realidad no hacemos política monetaria basándonos en los resultados electorales".