Entrevista con Joaquín Nieto de la Organización Internacional del Trabajo

El mes de junio fue el más caluroso de la historia en el mundo, y especialmente en Europa con una media de dos grados por encima de lo normal para estas fechas. El Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea lo achacó a la última gran ola de calor de la que mucho sabemos en España, donde incluso en el norte del país las temperaturas han alcanzado niveles récord.

Lo dice Copernicus y el resto de centros que se dedican a estudiar este fenómeno: las temperaturas seguirán aumentando y los eventos climáticos extremos, como esta última ola de calor, serán más comunes a medida que el planeta incremente su temperatura.

Más allá de la grave emergencia medioambiental y para la salud que supone esta amenaza, también conlleva un sinfín de consecuencias económicas y un impacto directo en la productividad laboral. Según el nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el aumento del estrés término provocado por el calentamiento global conllevará a una pérdida de productividad en todo el mundo equivalente a 80 millones de empleos a tiempo completo para 2030.

El informe Trabajar en un planeta más caliente: El impacto del estrés térmico en la productividad laboral y el trabajo decente basa su proyección en un incremento de la temperatura media de 1,5ºC, pero el director de la oficina de la OIT en España, Joaquín Nieto, advierte en Capital Radio que esa proyección podría incluso quedarse corta y aumentar más la temperatura “dadas las medidas insuficientes adoptadas por los gobiernos”.

“El impacto económico del calentamiento global está todavía por estudiarse a fondo, pero del impacto del estrés término causado por el calentamiento global en economía salen ya cifras tremendas”, advierte Nieto. La OIT estima en un 2,2% la pérdida de productividad y pérdidas económicas por valor de 2.118 millones de euros.

Un calor excesivo en el lugar de trabajo constituye un importante riesgo para la salud al afectar a las funciones y capacidades físicas de la personas. La capacidad de trabajo disminuye y, por ello, baja la productividad. La situación es mucho más extrema en trabajadores de sectores como la agricultura o la construcción, con mayor riesgo de sufrir golpes de calor, e incluso en el sector turismo, fundamental para economías como la española.

El agrícola será el sector más afectado, con un 60% de horas de trabajo perdidas a causa de las condiciones térmicas, mientras que en la construcción se calcula un 19% de horas de trabajo perdidas.

“España en el sur de Europa está en una zona de transición desde el punto de vista climático y es especialmente vulnerable a la desertificación, a los golpes de calor, al estrés térmico. En España esa elevación de temperaturas causa problemas mayores”, alerta el experto.

Sin embargo, los efectos son desiguales en el planeta, siendo las regiones más afectadas el África Occidental y el sur de Asia. “Es lo que se llama injusticia climática, el calentamiento global históricamente lo han provocado las economías más desarrolladas y lo sufren más quienes menos han contribuido a alterar el clima, que además son quienes tienen menos recursos para combatirlo”, señala Nieto.

Por este motivo la OIT pide comenzar a aplicar medidas de prevención para paliar las consecuencias de la situación, desde políticas públicas hasta cambiar los horarios de trabajo, adaptar la vestimenta o proporcionar agua a las plantillas. En el caso de los países menos desarrollados serán necesarios paquetes de financiación para mejorar las infraestructuras que permitan mitigar los efectos del cambio climático.

El 10% de los trabajadores más ricos concentra la mitad del salario mundial

Otro informe de la OIT alerta de que, a mayor pobreza en un país, más desigualdad salarial. El 10% de los trabajadores que recibe los salarios más altos recibe casi la mitad de las remuneraciones mundiales. El estudio también señala que el 20% de los trabajadores con salarios más bajos percibe menos del 1% del ingreso laboral mundial, en un mercado donde el sueldo mensual medio del 10% más rico alcanza los 7.475 dólares y el del 10% más pobre sólo llega a 22.

Por países, los menos desarrollados son a la vez los que presentan mayor concentración salarial en las partes altas de la tabla. República Democrática del Congo, Costa de Marfil, Liberia, Níger o Uganda son los países más desiguales al concentrar su 10% más rico de trabajadores el 70-80% del total de ingresos.

El informe compara datos pre y post crisis ( 2004-2017) y, en términos absolutos, indica que la desigualdad se ha reducido. La riqueza concentrada por el 10% de trabajadores más ricos pasa del 55,5% al 48,9% en el periodo. Según la OIT esto se explica por la mejora de las condiciones económicas en China e India e incluso indica que apenas variarían las cifras si estos dos países no se tuvieran en cuenta.

Sin embargo, la organización ha hecho el mismo cálculo ponderado, dando mayor peso a las economías con mayor PIB. En este caso, las cifras arrojan una mayor desigualdad respecto a hace una década, con los trabajadores de salarios más altos concentrando una mayor remuneración. Es decir, la desigualdad en la remuneración nacional en general está aumentando.