Fueron 48 horas turbulentas en las que Atenas empezó a romper con sus socios europeos. O la primera vez que un Eurogrupo 'expulsó' a un socio de la reunión. El anuncio en Grecia del cierre bancario para este lunes y los posteriores controles a la retirada de dinero supusieron el domingo por la noche el cierre de un fin de semana crítico. El corralito heleno como resultado del enfrentamiento político en el euro.

Este lunes, Grecia navega en aguas turbulentas, un corralito sostenido con pinzas que puede estallar en Grexit si sus ciudadanos votan 'No' el próximo domingo a la última propuesta de los acreedores. Menos de 72 horas antes, en Bruselas, había acuerdo entre la antigua troika y Atenas sobre el 90-95% de las reformas, según el cruce de contrapropuestas.

El último documento de los acreedores, facilitado por la Comisión Europea, es prácticamente similar a la contrapropuesta griega fechada el propio viernes.

La ruptura de las negociaciones

El viernes a media tarde el BCE propagaba el rumor de una extensión hasta noviembre para Grecia del segundo programa de rescate. Los acreedores daban liquidez inmediata por 1.800 millones de euros dentro de un paquete total de 15.500 millones, con el FMI incluido. Dinero por reformas. Entre bambalinas se negociaba cómo encajar un futuro estudio de la cuestión de la deuda.

El sábado por la mañana el Eurogrupo debía validar esa base y cerrar un acuerdo. Pero en Atenas, antes, el viernes por la noche, directo desde la Cumbre Europea y tras mantener una reunión de urgencia en su gabinete, el primer ministro griego Alexis Tsipras llamó a referéndum ciudadano el domingo 5 de julio.

Los Ministros del Euro volvieron el sábado a Bruselas con ese portazo y no se callaron ante las cámaras. El español Luis de Guindos reconocía que “era muy difícil seguir negociando” y que el nuevo escenario abocaba a que “el Plan B se convierta en el Plan A”. Entre los acreedores, la jefa del FMI, Christine Lagarde, lamentaba su “flexibilidad para adaptarnos a la nueva situación política y económica en Grecia”, pero sin un equilibrio también en la otra parte.

El Eurogrupo tuvo dos reuniones. En la primera, 18 países rechazaron la petición griega de extender un mes el programa de rescate. Dar tiempo al referéndum y aplicar las reformas pactadas si lo deseaban los ciudadanos. El comunicado, no firmado por Varoufakis, decía que al convocar el referendum y aconsejar el 'No', el gobierno griego rechazaba la propuesta de los acreedores.

Las versiones en Bruselas de la ruptura

¿Por qué Tsipras rompió la baraja antes de esta cita si el acuerdo estaba tan cercano? Un motivo sería la incapacidad para venderlo a nivel doméstico y el temor a una fractura en su gobierno, con los socios y por el ala izquierdista de su partido. Ante este escenario, mejor pasar la bola a la ciudadanía.

Hay otro segundo escenario. En todas las entrevistas a medios durante la última semana, ministros y funcionarios griegos insistían en incluir una mención a analizar la deuda. El FMI lo quería. Comisión y BCE lo rechazaban con la boca pequeña. Sin ese punto, el acuerdo sobre las reformas podía estallar. ¿Lo apoyaban incluso Francia o Italia en las discusiones dentro del fondo de rescate europeo, el ESM?

Alemania, Eslovaquia, Malta o Finlandia mantenían su oposición tajante a cualquier redacción que pudiese interpretarse como una quita. El Eurogrupo saltó por los aires también porque su presidente, Dijsselbloem, apoyaría este bando. Varoufakis abandonó la sala y sólo 18 países del euro siguieron la reunión para “discutir la fortaleza y el mantenimiento de la unión monetaria” con todos los instrumentos disponibles.

Que este pasado domingo el BCE no ampliase el ELA a los bancos griegos fue la última puntilla para un sistema financiero desangrado. Sólo este pasado fin de semana con 1.300 millones de euros por el terremoto político de apenas 48 horas. Este lunes es sólo el primer día que Grecia empieza a navegar sola en aguas turbulentas.

Por Alexandre Mato.