Fernando Prado, vicepresidente de negocios globales y alianza estratégica de Reputation Institute, analiza la caída en la reputación externa de España. En un contexto de pérdida de confianza global, España ha perdido 1,5 puntos y una posición en el ranking con respecto al año 2017. Rompe de esta forma la tendencia alcista desde 2013, aunque los resultados, reconoce Prado, no han sido tan malos como esperábamos  porque “se esperaba una caída mayor”. En media, las 55 economías con mayor PIB, que son las que participan, han perdido 1 punto.

El cómputo global califica tres variables racionales: calidad de vida, calidad institucional y nivel de desarrollo.  En el caso de España, no ha habido una caída significativa en ninguna de las tres, pero ha habido factores que han lanzado a la baja la calificación como Cataluña. Aunque en este aspecto también “no ha sido tan malo como todo el mundo presagiaba”. En cualquier caso, donde más cae el indicador es en bienestar social.

La reputación España, dice Prado “siempre fue un poco asimétrica” con disparidad de valoraciones en los diferentes indicadores. Su fortaleza siempre ha sido la calidad de vida frente a la debilidad en variables más duras. Durante la crisis, dice Prado “se mantuvo bien en todas las fortalezas tradicionales y se agudizó el estereotipo”. Sí se vio afectado, también, el plano político y descendió la confianza institucional, aunque ya ha repuntado estas pérdidas e incluso vemos este año "una mejora en innovación y tecnología".