El invierno económico se extiende por Europa y la riada de datos negativos llena cada vez más informes en los despachos de los dirigentes del Viejo Continente. Italia confirma su entrada en recesión a finales de 2018 y se disparan las alarmas por toda la eurozona.

Es la tercera vez que la economía transalpina entra en recesión desde que estallara la crisis. Según las cifras provisionales, sobre las que ayer advertía el primer ministro Giuseppe Conte, muestran una contracción del 0,2% en el Producto Interior Bruto (PIB) del último trimestre del año pasado. Así entra en recesión técnica, al acumular dos trimestres en negativo tras haber registrado una caída del 0,1% en el trimestre anterior.

El descenso es superior a lo esperado y constituye un revés para el Gobierno a cargo del Movimiento Cinco Estrellas y la Liga. Conte se defiende y asegura que no ha dado tiempo a ver resultados de sus Presupuestos Generales recién aprobados. Defiende que estos datos son coyunturales y dependen más bien de lo que sucede en otras economías, como la Alemana, que ayer redujo su previsión de crecimiento de PIB hasta el 1% en 2019, o la China, en clara ralentización.

La estadística del país explica que la contracción en la recta final del año se debe a una caída de la demanda interna, que compensa una contribución positiva de los flujos comerciales. Señala a la industria y la agricultura, con los comportamientos más negativos, mientras se mantiene estable el sector servicios.

Pero aunque la tercera economía de la zona euro se debilita desde principios de 2017 y se ha visto afectada por la desaceleración de sus principales socios comerciales las críticas crecen sobre la política fiscal del Ejecutivo y la pérdida de confianza en el mercado, lo que ha derivado en un aumento de costes de los préstamos de Italia y perjudicado a la economía, por no hablar del pozo sin fondo que es la banca italiana  y de una deuda pública que supera el 130% del PIB.

Durante todo el año 2018, el crecimiento llegó al 1%, por debajo del 1,6% de 2017. Tras advertir que los datos serían negativos, Conte aseguró ayer que se dan las condiciones para una recuperación durante la segunda mitad de este año.

El Ejecutivo se ha fijado como objetivo un crecimiento del PIB del 1% este año, pero la mayoría de los organismos esperan que sea poco más de la mitad de ese crecimiento. El Banco de Italia y el Fondo Monetario Internacional son menos optimistas y creen que lo hará sólo un 0,6%. Es la misma previsión que recientemente publicó el Banco de Italia en su último boletín económico, citando el endurecimiento de las condiciones económicas en el país mediterráneo, la reducción de los planes de inversión y la ralentización del comercio global.

Italia ha sido la economía más lenta de la zona euro desde el inicio de la unión monetaria, y pocos analistas creen que el presupuesto expansivo del M5E y La Liga pueda cambiar las cosas frente a una amplia desaceleración europea, el debilitado comercio mundial y el estancamiento crónico de la productividad de Italia.

La recuperación encara el fin de ciclo


En el conjunto de la zona euro, la expansión se mantuvo a duras penas en el 0,2%, la misma tasa que en el trimestre anterior. Los Diecinueve cerraron así 2018 con un avance del 1,8%, cinco décimas menos que en 2017.

Los nuevos datos podrían llevar al Banco Central Europeo a recortar su previsión de crecimiento del 1,7% para 2019, dado que el aumento en el cuarto trimestre fue sólo la mitad de lo que había previsto en diciembre.

Anteriormente, países como España, Francia o la propia Alemania ya habían advertido de menores crecimientos en sus economías, relacionados con el fin de ciclo, las políticas monetarias y los efectos de la guerra comercial, a lo que se suman los problemas internos de cada país.

En la locomotora europea también planean los temores de recesión tras haber registrado una contracción del 0,2% en el tercer trimestre. De momento el país de Angela Merkel ha capeado el temporal tras crecer la economía "ligeramente" en el cuarto trimestre, según Destatis, aunque la cifra oficial se conocerá el 14 de febrero. Se estima que para el conjunto de 2018 Alemania habrá crecido un 1,5%, pero las ventas minoristas germanas cayeron a su mayor ritmo desde 2007 en diciembre y los datos preocupan al Ejecutivo.

En las horas más bajas del brexit, tampoco la suerte sonríe del todo a Reino Unido. En Gran Bretaña, la producción de automóviles del año pasado sufrió la mayor caída desde la recesión de 2008-9 y los precios de la vivienda se estancaron en enero.

En el resto del mundo, el vasto sector manufacturero de China se contrajo por segundo mes consecutivo en enero y la producción de las fábricas en Japón también cayó por segundo mes en diciembre, en línea con las advertencias que lanzó la semana pasada el banco central sobre los crecientes riesgos de la desaceleración del crecimiento mundial y de la guerra comercial entre China y Estados Unidos.

En Estados Unidos, la confianza del consumidor ha caído, los precios mayoristas se han debilitado, los mercados financieros se han tambaleado y las ventas de viviendas han caído en las seis semanas transcurridas desde que la Reserva Federal de Estados Unidos elevó los tipos de interés en respuesta a una economía estadounidense "fuerte". Ayer el presidente de la FED, Jerome Powell, cambió el discurso y dijo que sería "paciente" con la subida del precio del dinero.