Japón y China han acordado impulsar su colaboración económica y financiera e iniciar un diálogo de temas de interés mutuo, en un momento en el que la posición proteccionista del gobierno estadounidense y la tensión sobre Corea del Norte pesan sobre las perspectivas de crecimiento de Asia.

El ministro nipón Taro Aso y su homólogo chino Xiao Jie, se reunieron aprovechando su asistencia a las 50 jornada anual del Banco Asiático de Desarrollo (ADB), y acordaron la necesidad de abordar el exceso de capacidad y la deuda de China.

Xiao Jei, el ministro de Finanzas chino, que no acudió el viernes a una reunión trilateral con sus homólogos japoneses y surcoreanos por una reunión doméstica de emergencia, había llegado en avión para las conversaciones con Aso, tratando disipar especulaciones de que su ausencia tenía implicaciones diplomáticas.

"Intercambiamos opiniones sobre las situaciones económicas y financieras en Japón y China y nuestra cooperación en el campo financiero", dijo Aso tras la cita, que incluyó a altos funcionarios del Ministerio de Finanzas y del banco central. "Fue significativo que reconfirmáramos la necesidad de cooperación financiera entre los dos países, compartiendo nuestras experiencias en la gestión de las políticas económicas y las cuestiones estructurales", agregó el ministro.

A pesar de su continuo crecimiento, China afronta una serie de retos estructurales que podrían repercutir en su vecino. Pekín es el socio principal de Tokio, por lo que cualquier problema en Japón, la segunda economía mundial, tendría repercusiones inmediatas, incluida una caída en el mercado de valores. Japón es, por su parte, una de las mayores fuentes de inversión extranjera en manufacturar para China.

Según el diario Nikkei, ambos ministros también discutieron cómo promocionar la cooperación de ADB y el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB), patrocinado por China.

Se trata del segundo diálogo financiero bilateral desde 2015 y se espera que en 2018 se celebre una nueva ronda en China. Japón y China ya habían tratado de cooperar financieramente antes de que relaciones bilaterales se enfriasen por el conflicto territorial de las islas Senkaku, que el Gobierno japonés puso bajo su control estatal en 2012.