Japón necesita mano de obra con urgencia. Los extranjeros podrían ser la solución a este problema, pero el país prefiere tirar de robots.

La tercera mayor economía del mundo se enfrenta a tres grandes problemas: la escasez de trabajadores,  una población cada vez más envejecida y bajas tasas de natalidad. ¿El resultado? Una disminución de población que ha desencadenado la peor crisis laboral del país en un cuarto de siglo, según cuenta la CNBC.



No hay suficientes japoneses para cubrir la oferta de empleo. La llegada de inmigrantes sería la solución, pero aquí Japón peca de xenofobia: el país teme que los recién llegados puedan cambiar el orden social o provocar un aumento del crimen.

El mensaje: migrantes sí, inmigrantes no. Es decir, Japón quiere trabajadores temporales que cubran los puestos vacantes en los sectores que más lo necesitan pero no quiere que esos trabajadores se conviertan en empleados permanentes. Ésa es la línea que defiende el primer ministro nipón, Shinzo Abe, que el mes pasado anunció que permitiría la entrada a más trabajadores extranjeros. Pero eso sí: quiere que su estancia sea limitada y prefiere que se trasladen al país solos, sin ningún miembro de la familia.

La misma postura mantiene en cuanto a refugiados: el Gobierno tiene una tasa de rechazo del 99%. Desde 1982, Japón ha acogido a menos de 1.000 refugiados. Y en 2017 sólo aceptó a 20 refugiados de 20.000 solicitudes.

Precisamente por ese miedo o rechazo a los extranjeros Japón prefiere suplir la escasez de mano de obra con robots.

En sectores de fabricación y construcción su uso es evidente. Pero el desarrollo de la inteligencia artificial va por otros derroteros, como el cuidado de los mayores. Los robots cuidarán al 80% de los ancianos japoneses en 2020. Así lo prevee el Gobierno de Shinzo Abe para afrontar la escasez de enfermeras.

En 2025 habrá 370.000 cuidadores menos. Y por eso muchas compañías han concentrado sus esfuerzos en producir dispositivos robóticos que ayuden a los ancianos a levantarse de la cama y sentarse en una silla de ruedas o incluso a bañarse.

Toyota es una de las compañías que han lanzado robots para ayudar a las personas mayores a caminar de forma independiente. Pero ahora la mirada va mucho más allá, hasta robots que puedan predecir cuándo un paciente necesitará utilizar el inodoro.