En 2008, Noruega construyó la primera Bóveda del fin del mundo, una construcción realizada junto con la Alianza para la Diversidad Global de los Cultivos Global Crop Diveristy Trust.


Una cúpula excavada a 130 metros de profundidad en una montaña de piedra de arenisca con capacidad para almacenar 2.000 millones de semillas, equivalente a 4,5 millones de muestras. El objetivo es preservar y proteger estos cultivos ante una posible catástrofe.

Siguiendo esta línea, el pasado 27 de marzo, Piql ha construido una segunda cúpula también en Noruega para preservar archivos digitales ante un posible fin del mundo. Esta gran biblioteca digital ha sido bautizada como Artic World Archive y está situada en el interior de una antigua mina abandonada, se guardará en una película fotosensible ya que es "una opción mucho más segura" que cualquier otra digitalizada.

Algunos gobiernos, como es el caso del de México y Brasil, ya han enviado sus Archivos Nacionales al Arctic World Archive: "Contamos con diferentes tipos documentos, como, por ejemplo, la Constitución brasileña. En lo que respecta a México, contamos con documentos importantes, incluso del período inca, que es una memoria histórica muy importante".