A punto ha estado la economía de Alemania de haber entrado en recesión en la recta final de 2018 y es que algo poco usual ha sucedido en la locomotora europea que ha favorecido la crisis de su potente sector industrial. El bajo nivel del agua, más de lo que es habitual en un segundo semestre del año, en el río Rin ha impedido que las barcazas que transportan combustible, bienes para la fabricación y productos finales operen con normalidad. Gasolineras, fábricas y empresas han sufrido desabastecimiento de insumos básicos y la cadena de suministro ha sido interrumpida arrastrando con ella a la economía del país.



El río Rin nace en los Alpes suizos y serpentea durante 1.300 kilómetros por las regiones industriales de Suiza, Alemania y Países Bajos antes de desembocar en el puerto más importante de Europa, Rotterdam. Es por tanto una arteria fundamental para los tres países, pero sobre todo para Alemania ya que por sus aguas discurre cerca del 80% del cargamento total que se transporta en el país cada año.

Una de las sequías más duraderas y el verano más caluroso desde que se tienen registros en Alemania han dejado el nivel del agua del Rin en niveles mínimos históricos en el tercer y el cuarto trimestre del año. A la falta de lluvias se une el deshielo de los Alpes, de donde se alimenta el río.

El economista jefe para la zona euro en Pantheon Macroeconomics, Claus Vistessen, explica que por debajo del nivel de un metro los barcos tienen dificultades para operar. Esto impacta en la cadena de suministro y provoca un shock de oferta negativo. "En circunstancias normales se podría esperar que esta interrupción se compense, por ejemplo puedes transportar algunos vienes por carretera, pero resulta que el Rin es una vía tan importante para la fabricación en términos de suministro que eso no ha sido posible. Esa es una de las razones por las que el sector industrial alemán se ha ralentizado", explica en Entre Líneas.

Hay alternativas, como el transporte por carretera o ferrocarril, pero son opciones más lentas y caras y, por tanto, menos rentables para un sector industrial que no estaba preparado. Ahora la expectativa es que tanto el Gobierno como las empresas pongan en marcha planes de contingencia de cara al futuro.

Los ríos son fundamentales para el desarrollo de nuestras economías y sociedades, no solo por el agua como recurso fundamental básico sino también como elemento esencial de las actividades humanas, agrícolas, industriales y productivas. El cambio climático les afecta y mucho, algo especialmente acusado en los cauces de la cuenca mediterránea.

"En otras zonas va a llover más, pero en la cuenca mediterránea va a llover un 20% menos y, por tanto, los ríos van a tener menos caudal. Además, las lluvias van a ser más torrenciales y va a haber mas erosión en los suelos, fundamentalmente en los suelos agrícolas, cuyos sedimentos llegarán a su vez a los ríos. Mientras, la subida de la temperatura van a hacer que se evapore más agua", explica el profesor de Ecología de la Universidad de Sevilla, Jesús Castillo.

Los efectos del calentamiento global, la mala conservación de los ríos y el uso intensivo que hacemos de estos recursos, sobre todo para la producción agrícola, hacen prever que lo que ha sucedido en Alemania se repita en los próximos años y en cada vez más regiones. Algunos informes señalan a que ha sucedido ya algo similar este verano en el río Danubio.

"Estamos consumiendo el agua de las generaciones futuras", asegura Castillo. Pero a pesar de que las alarmas han saltado y de que las guerras del agua son palpables, las soluciones no llegan y la mirada cortoplacista todavía se impone en el planteamiento general que domina nuestros patrones de consumo.

Todavía no hay planes establecidos para responder a situaciones como la del Rin, pero Vistessen espera que la lección esté aprendida: "No lo podemos saber seguro, pero creo que este año debería haber sido definitivamente una llamada de atención".