La OCDE revisa al alza su previsión de crecimiento económico en España este año para igualarla a la del Gobierno, pero es menos optimista para 2017. En su informe semestral de perspectivas, la Organización manifiesta su inquietud por que el Gobierno en minoría de Mariano Rajoy pueda reducir su capacidad para hacer las reformas que den un impulso a la actividad de forma sostenible.

Después de alertar sobre los riesgos de turbulencias en los mercados financieros internacionales, la OCDE eleva en cinco décimas la progresión del PIB español en 2016, al 3,2%. Tendrá así el quinto más elevado de sus 35 países miembros, sólo por detrás de Islandia, Nueva Zelanda, Israel, Eslovaquia e Irlanda. Las razones son la fortaleza de la demanda interna, con el consumo subiendo un 3,4% y la inversión un 4,3%, las condiciones favorables de financiación, un barril de petróleo muy barato, una evolución salarial muy moderada por el abultado desempleo y la expansión de las exportaciones.

Para el futuro a corto plazo, las expectativas no son tan favorables, augura una moderación al 2,3% para 2017. Los autores del estudio recuerdan que los principales países a los que España exporta en Europa crecerán poco y el comercio mundial está en un estado "anémico".

La inflación repuntará moderadamente con el ascenso del petróleo, hasta un 1,5% en 2017 y un 1,3% en 2018. La tasa de desempleo en España seguirá siendo la segunda más alta de los Estados miembros tras Grecia, aunque descenderá al 19,6% en 2016; y al 17,7 % en 2017.

La OCDE destaca que España debe continuar con las reformas. Otra prioridad debe ser luchar contra la pobreza agravada durante la crisis. A medio plazo, el Gobierno tiene que aclarar su plan para sanear las cuentas públicas, y eso podría combinarse con una reforma fiscal que reduzca las cotizaciones sociales de los bajos salarios, compensado por una ampliación de la base imponible en otros impuestos como el de la renta, el de sociedades y el IVA.