“La semilla es la base principal del sustento humano y representa el 80% de la dieta”, explica desde la FAO en Roma Francisco López. Según el último informe de seguridad alimentaria y nutrición de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el 11% de la población mundial padece hambre, es decir, 815 millones de personas no tienen acceso a una alimentación adecuada y esta cifra ha aumentado en 38 millones de personas en el último ejercicio.

Tras diez años de disminución de la desnutrición mundial, las cifras aumentan por los efectos del cambio climático y las guerras, y las alarmas se encienden. Si está previsto, según cifras de la ONU, que la población mundial aumente en más de 1.000 millones de personas en los próximos 15 años y alcance un total de 8.500 millones para 2030, ¿por dónde pasa el futuro de la alimentación?


"Quien controle las semillas controlará los alimentos"



Es un mantra repetido especialmente en los últimos años a medida que aumenta la concentración empresarial en el sector y que pone a la industria de la alimentación en el centro del debate. La necesidad de garantizar el abastecimiento ante el enorme desafío demográfico, los efectos del cambio climático, la pérdida de la diversidad y la falta de un reparto equitativo hacen que la mirada se pose directamente sobre las semillas. Representan la memoria -y el futuro- de los alimentos que hoy están en nuestra mesa.

“Las empresas del sector se están concentrando, como ocurre con otros sectores de la economía. Lo hacen entre ellas y también con otras compañías del sector agroquímico en todo el mundo. La consecuencia es que las empresas privadas buscan maximizar sus beneficios y, en muchos casos, estandarizan la oferta de semilla. Ofrecen los mismos tipos de semilla en diferentes países y mercados aunque tengan necesidades diferentes” señala Francisco López en Entre Líneas.

Otro de los problemas relacionados con lo anterior es la dependencia entre países. La media mundial establece una dependencia que va desde el 70% hasta el 100% en algunos casos. Lo que suceda con las semillas en otro lugar del mundo “impacta en lo que llega a nuestra mesa” en una suerte de efecto mariposa sobre la alimentación global. También somos enormemente dependientes de los cultivos y solamente cinco de ellos -maíz, trigo, arroz, millo y sorgo- proporcionan el 60% de las calorías que consumimos.

"El crecimiento de la población requiere un aumento de la producción de alimentos del 60%"

Teniendo en cuenta las previsiones de crecimiento de la población mundial, señala el funcionario de la FAO que “se requiere un aumento de la producción de alimentos del 60%”, pero utilizando los mismos recursos, “lo que convierte a las semillas en una llave para el futuro de la alimentación”. Y el futuro de las semillas pasa por la conservación, por los bancos de semillas, pero sobre todo por el campo y el trabajo de los agricultores.

Para la organización, el papel desempeñado por las empresas también es importante, sobre todo en cuanto a la mejora de los cultivos. La parte negativa es que “se concentran en unos pocos cultivos que son los más rentables” y, como consecuencia, la oferta disponible se reduce. La empresa privada ayuda, pero no tiene obligación en las labores de conservación.

"La concentración empresarial no es una cosa particular de nuestro sector, no algo es ni positivo ni negativo. En muchos casos permite facilitar la concentración de los recursos necesarios para afrontar investigaciones muy costosas y que requieren muchos recursos" Antonio Villarroel


El secretario general de Anove, Antonio Villarroel, defiende la importancia de la ciencia como única respuesta al reto demográfico y a la creciente presión sobre los recursos naturales. “Las variedades genéticamente mejoradas ofrecen mayores prestaciones” señala Villarroel, al tiempo que niega que el control de estas variedades por parte de unos cuantos gigantes empresariales impacte sobre los pequeños productores: “Nadie les obliga a utilizar una determinada variedad u otra”. Explica que los transgénicos son solo “una herramienta más con un alcance es más limitado” y pone de ejemplo el maíz en el caso español, la única variedad autorizada y que “representa un 28% de la superficie cultivada”.

El marco jurídico y el complicado equilibrio legal es otro de los elementos que determina el futuro de las semillas. Los avances científicos, los cambios del sector agrícola y su evolución en el mercado internacional hacen que se pueda proteger el material vegetal generando con ello derechos de propiedad industrial.

El director de Transferencia Tecnológica de PONS IP, Rafael López, apunta que “la protección con derechos de propiedad industrial genera una ventaja competitiva sostenible”. Pero reconoce que si los agricultores deben pagar las semillas cada año hasta la liberación de la propiedad industrial esto limita su actividad y, por ende, la propia alimentación, además de aumentar los costes que podrían repercutir en el consumidor final.

Sin embargo, en el caso del material vegetal protegido por patente o por título de obtención vegetal, la legislación establece "una excepción para salvaguardar la producción agrícola, que permite a los pequeños agricultores poder volver a cultivar los productos de la cosecha -las semillas- en sus mismas tierras sin que el titular pueda exigirles una remuneración" siempre que la especie en cuestión pertenezca a alguna de las excepciones contempladas.