La economía estadounidense ya había salido de la recesión de 1990-1991, una época en la que la Fed había llevado a cabo una política expansiva. Bajo el mandato de Alan Greenspan, los tipos de interés pasaron de estar en el 9,75% a mediados de 1989 a 3,0% en septiembre de 1992, lo que suponía un mínimo desde los años 60. Estuvieron en esos niveles hasta principios de 1994.

Esta bajada hizo que la inversión se fuese hacia los mercados emergentes de manera masiva, que en esos momentos tenían mayores rentabilidades y México era el favorito. Pero, según los expertos, esas llegadas masivas de capital lo que provocaron en el país fue una devaluación del peso mexicano y que el déficit aumentara hasta el 8% del PIB en 1994.

¿Qué hizo entonces Greenspan? Subió tipos de interés, del 3 al 6% ese mismo año (1994) del 3 al 6%. El abrupto incremento y el mayor atractivo de los bonos del Tesoro provocaron que los capitales salieran de México y regresaran a Estados Unidos. Llegado ese punto, fue inevitable la devaluación del peso. Se generó una crisis que se empezó a llamar “el efecto Tequila”. La crisis no se quedó en México, sino que se propagó a otros países emergentes y, en un efecto dominó, terminó por convulsionar Asia en 1997, Brasil en la devaluación del real en 1998 ("efecto Samba") y tras varios años de suplicio, el rompimiento de la caja de convertibilidad argentina y la devaluación del peso ("efecto Tango").

De hecho Argentina fue uno de los países que se vio más afectado por el “efecto tequila”, viéndose obligado a adoptar medidas de austeridad en su crecimiento económico e inversiones, aumento de impuestos, caída en la entrada de depósitos extranjeros, privatización de sectores, etc. Entre el 20 de diciembre de 1994 y el 15 de mayo de 1995, el efecto tequila provocó una fuga de alrededor de 6.500 millones de dólares del sistema financiero argentino. La economía argentina enfrentaba en 2001 una continua contracción hasta entrar en recesión, lo que se vio acelerado por la crisis en Brasil, uno de sus principales socios comerciales.

También tomó decisiones Paul Volcker, predecesor de Greenspan. Mientras él estaba al frente de la Fed, a principios de la década de 1980, llegaban a las oficinas de la Reserva Federal llaves de coche en ataúdes o tablones de madera… ¿por qué?

Eran elementos de protesta. Paul Volcker elevó las tasas de interés a niveles nunca antes vistos, hasta un 20%, para controlar la inflación. Volcker consiguió su objetivo, porque el aumento de los precios pasó del 13,3% en 1979 a 3,2% en 1983.

Esto se trasladaba a los clientes, a los usuarios. Los estadounidenses no podían pagar esos intereses, y dejaron de comprarse coches o casas. Por eso los concesionarios empezaron a enviar ataúdes con las llaves de los automóviles sin vender, como símbolo de la muerte de su negocio. También los constructores enviaban tablones de madera con los que construían las casas que nadie podía comprar.

Más recientemente, en 2007, cuando nadie se lo esperaba, la Fed, bajo el mando de Ben Bernanke, decidió recortar tipos en medio punto porcentual del 5,25% al 4,75%. Los mercados recibían el anuncio con subidas. En ese momento, se trataba a la desaceleración económica con un fantasma, alentado eso sí por las hipotecas de alto riesgo y las turbulencias bursátiles. Lo que vino después fue una bajada de tipos progresiva y continuada, hasta que la situación estalló con la quiebra de Lehman Brothers. Los tipos bajaron hasta una horquilla del 0%-0,25% en diciembre de 2008, por debajo incluso de lo que esperaban los analistas.

Aquí en Europa, al contrario que la Fed, el BCE, bajo las órdenes de Jean Claude Trichet elevó tipos en marzo de 2007, hasta el 3,75%, en junio de 2008 hasta el 4% y en julio de 2008, hasta el 4,25%. En octubre de 2008 ya decidió bajarlos hasta el 3,75%.