La contundente victoria de Andrés Manuel López Obrador pone patas arriba el sistema político mexicano, dominado históricamente por el ahora en horas bajas Partido Revolucionario Institucional (PRI) de Enrique Peña Nieto, el Partido de Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Tras décadas de hegemonía del PRI, México pide transición y las formaciones tradicionales vislumbran ahora un futuro incierto.

Con más del 53% de los votos, el candidato de la izquierda gana las elecciones y gobernará la segunda economía de América Latina impulsado por el voto protesta contra la corrupción y las desigualdades y el peso de la desilusión sobre Peña Nieto y el sistema democrático mexicano.

“La situación entre México y Estados Unidos también ha ayudado a que gane un candidato de la izquierda”, explica Susanne Gratius, profesora de relaciones internacionales de la Universidad Autónoma de Madrid e investigadora asociada del CIDOB. “AMLO, como se le conoce, pertenece al sistema pero al mismo tiempo supone nuevo comienzo”, señala.



Es la tercera vez que López Obrador, ahora al frente del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), intenta alcanzar la presidencia y en su primer discurso se ha esforzado por transmitir una imagen de estabilidad. Promete mantener la disciplina fiscal y respetar la libertad individual y empresarial, además de realizar una “transición ordenada” en coordinación con el gobierno saliente.

A pesar de que sus palabras se han moderado con el tiempo, en parte por su acuerdo de gobierno con Encuentro Social, Gratius descarta que se le pueda comprar con Hugo Chávez o Nicolás Maduro, sino que sería “más cercano a lo que fue históricamente Lula da Silva en Brasil”. Sin embargo, augura que mantener la estabilidad económica será más difícil dada la tensión actual con su socio norteamericano, “con el que está condenado a llevarse bien”.

Además del proceso de cambio y de la lucha contra la corrupción, otro de los grandes retos que tiene AMLO por delante es la lucha contra la pobreza y las desigualdades. “53 millones de mexicanos son considerados pobres, es más del 43% de la población”, apunta la experta.