La economía española mantuvo en el periodo octubre-diciembre un fuerte ritmo de crecimiento apoyándose en el consumo interno y el turismo, aunque han aparecido riesgos para que se mantenga esta senda en los próximos meses por el aumento de la inflación en el mercado nacional y las tensiones políticas a nivel mundial.

El Producto Interior Bruto (PIB) creció en el cuarto trimestre un 0,7 por ciento respecto al tercer trimestre y un 3 por ciento interanual, en línea con las estimaciones provisionales anunciadas a finales de enero.

El dato anunciado el jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE) sitúa el crecimiento anual del PIB en el conjunto de 2016 en el 3,2 por ciento, tal como anticipaba el Ejecutivo de Mariano Rajoy.

Este incremento es igual al de 2015 y supone el tercer año consecutivo de reactivación económica tras una profunda recesión que se reflejó en retrocesos del PIB o crecimiento nulo entre 2009 y 2013.

El sólido ritmo de expansión se conservó además en un año en el que el Gobierno estuvo diez meses en funciones ante el bloqueo político provocado por dos procesos electorales que dejaron un Congreso fragmentado.

Para este año, entre los obstáculos que anticipan los economistas se encuentran el encarecimiento del petróleo y la mayor inflación en general, que podían contener el gasto de los hogares, junto con una creación de empleo más lenta y un menor impacto de recortes fiscales aplicados en 2015.

A nivel mundial, las principales inquietudes son las políticas proteccionistas de Donald Trump en EEUU, la decisión de Reino Unido de abandonar la Unión Europea y los procesos electorales en varios países de la eurozona como Francia, Holanda y Alemania.

La previsión del Ejecutivo para 2017 es de un incremento 2,5 por ciento en el PIB, con un exigente compromiso con Bruselas de reducir el déficit público del 4,6 por ciento previsto para 2016 al 3,1 por ciento.

Reuters