Exportación de hidrocarburos, armas y centrales nucleares son los tres pilares que sustentan los ingresos de la economía rusa, una economía cuya salud depende en gran parte del precio del petróleo.

Aunque la anfitriona del Mundial 2018 maneja los hilos de la agenda diplomática, la realidad es que debajo de esa "retórica triunfalista hay bastantes problemas estructurales", asegura Nicolás de Pedro, investigador del CIDOB y responsable del programa sobre Rusia.



Los fanáticos rusos no tienen muchas esperanzas de que su selección gane el Mundial. Y esa misma perspectiva se aplica a la economía de Rusia.

Según Moody’s, el beneficio económico de albergar el evento deportivo más visto del mundo será muy limitado y de corta duración y es muy probable que el impacto sea incluso más bajo que el de los Juegos Olímpicos de invierno de 2014, que se organizaron en la ciudad rusa Sochi, con un complejo turístico más accesible que el de muchas de las regiones que acogerán este año el Mundial.

El Mundial tendrá lugar en 11 ciudades rusas. En muchas regiones, las visitas de los fanáticos impulsarán el producto regional bruto apenas un 1% o 2%.

Rusia se ha gastado 11.000 millones de dólares en los preparativos para el Mundial de 2018, gran parte de ellos en estadios nuevos e infraestructura de transporte. El gasto ha impulsado el PIB ruso aproximadamente un 1% durante estos seis años, según el Comité Organizador de la Copa Mundial. Esta inversión agregará entre 2.400 y 3.300 millones de dólares anuales a la economía en los próximos cinco años, según el comité.