Vaya verano de película para el oro. En solo dos meses ha tenido una subida acumulada de casi un 8% y ya sube un 18% en lo que llevamos de año. Ha recuperado la zona de los 1.500 dólares la onza, un nivel que no recordábamos desde el año 2013.

Pero ahora, con la vuelta al cole, la vuelta a la realidad, empiezan a surgir las dudas, porque teniendo en cuenta que parece que las incertidumbres se están resolviendo: ¿tiene el oro músculo suficiente para seguir subiendo y tocar los máximos históricos que vimos en plena crisis?

No es tan fácil como responder a esa pregunta con “sí” o “no”. Según Felipe López Gálvez, de Selfbank “todo depende” de cómo se desarrollen los catalizadores que ha tenido ahora esta subida: una guerra comercial más cruda y un Brexit al borde del precipicio. Si estas situaciones empeoran, "no se puede descartar que el oro suba hasta sus máximos históricos".

Pero de momento la realidad es otra. Parece que esos miedos cada vez se están disipando más: ahora la guerra comercial está siendo más bien una negociación y el Brexit más que caótico parece que va a ser ordenado.

Por eso, cuidado. Porque esta subida del oro se ha apoyado en la debilidad de la renta variable cuando las cosas iban mal, dice Carlos Doblado, de Ágora EAF, y no en otros catalizadores habituales como la caída del dólar estadounidense. Y eso puede ser peligroso: "la renta variable está sugiriendo un nuevo ataque a resistencias clave y ese no es el mejor entorno para que el oro siga haciendolo bien a corto plazo".

Aun así, el experto cree que ahora mismo el oro está en su resistencia más importante y que superar esta barrera de los 1.517 dólares por onza podría ser el despegue hacia los máximos históricos.

El oro consiguió tocar su nivel más alto en septiembre de 2011, 1.920 dólares la onza, en plena crisis económica. Ahora es cierto que tenemos desaceleración en algunas economías del mundo, en algunos casos economías tan importantes como la China, la segunda potencia mundial. Pero para el oro todo depende de si esta calma que estamos viviendo ahora desemboca en un cielo azul, sin nubes, o en otra tormenta económica.