Mucho Brexit, mucha Unión Europea, pero al final los británicos lo que quieren es huir de la lluvia. Y qué mejor lugar para encontrar el sol que España.

Los encantos del clima español son el motivo principal por el que el Brexit pasa desapercibido en nuestro turismo. O al menos hasta el momento.  Todavía no hay elementos claros para pensar que a partir de ahora podría disminuir la demanda de los ingleses.



Más allá de los británicos, el peso del turismo español recae sobre todo en nosotros mismos, los españoles. Porque el 50% del total de las pernoctaciones provienen de residentes en España. ¿Y qué ocurre? Que el pronóstico augura que se avecinan algunos nubarrones en el cielo de la economía española. Y eso podría tener una repercusión en el futuro turístico.

Aunque el mayor problema, el mayor quebradero de cabeza para el sector turístico español no está en el Brexit o en la demanda española, sino en un fenómeno que ha surgido a través de las nuevas tecnologías. Ese problema tiene nombre y apellidos: AirBnB, una plataforma a la que le sigue una larga estela de réplicas.

Este tipo de plataformas han crecido de forma descontrolada en los últimos años. Y la principal consecuencia que desencadenan es la congestión turística en algunos destinos españoles, un fenómeno que este año ha vivido su punto álgido.

Y es que en los dos últimos años, la oferta en alojamientos reglados ha crecido un 1’6% según datos del INE. Pero la oferta de viviendas convertidas en alojamientos turísticos ha crecido casi un 75%. El resultado: competencia desleal y una gran masa descontrolada de turistas que han bloqueado el bienestar de los ciudadanos. Las mayores perjudicadas: las Islas Baleares y Barcelona.

Cielo despejado por ahora. La evolución del Brexit, las nuevas plataformas de alquiler vacacional y la formación de Gobierno son los tres nubarrones que alertan de posibles lluvias en el sector turístico español.