Aunque los ingresos de la mayor juguetera del mundo han aumentado en la primera mitad de este año, su beneficio neto ha caído, en gran parte por su apuesta expansiva. ¿Le saldrá bien la jugada o se derrumbará todo lo que ha construido?

Las ventas de Lego apuntan arriba: han subido un 15% de media al año en los últimos 12 años, un 25% en 2015. En Asia y en Europa ha desempeñado un buen papel, con un crecimiento de hasta dos dígitos, pero la compañía flojea en EEUU.

Y es que como Lego no podía seguir el ritmo de la demanda en EEUU, redujo su actividad de marketing, y esto la llevó a una desaceleración en la primera mitad de este año. Actualmente, Lego trabaja con los minoristas de EEUU para aumentar la exposición de sus productos y perfeccionar su comercialización.

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Si miramos a sus resultados, vemos que los ingresos del grupo han crecido un 11% en la primera mitad de año hasta los 2.350 millones de dólares. También ha crecido su beneficio operativo, un 1%, aunque su beneficio neto ha caído un 2% hasta los 524 millones de dólares.

La compañía escuda la caída en su beneficio tras su plan de inversión global, en el que juega un papel primordial China, donde Lego ha invertido en la creación de una nueva fábrica. Además de China, Lego también mira a México, donde ha expandido su capacidad de producción, y a Hungría, donde pretende doblar la capacidad de la planta que tiene allí.

Como resultado de esta actividad expansiva, la compañía ha reclutado 3.500 nuevo empleados a lo largo de este año, lo cual supone un incremento del 24%. En total, el grupo cuenta con 18.500 trabajadores en todo el mundo.  Pero aunque la compañía sigue viento en popa con su plan expansivo, nos preguntamos: ¿le saldrá rentable el sacrificio o perderá su propia partida?