El viejo dicho nos recomienda vender en mayo e irnos de vacaciones y disfrutar del sol, de la playa, de la tranquilidad fuera del mercado. Porque, por lo general, el calor también afecta a las bolsas, que se muestran más tranquilas, más adormiladas, más planas.

Pero ningún verano se libra de su tormenta. Porque en pleno agosto, un cielo brillante y despejado puede transformarse a los pocos minutos y convertirse en una tormenta de verano. Empiezan con un tímido goteo y terminan en aguacero. Y en los últimos años no han faltado las tormentas que han puesto al mercado en guardia y que han echado por tierra la creencia popular de que los veranos son calmados para las bolsas.



Hagamos un breve repaso: el verano pasado, en 2017, el mercado se tensaba ante el cruce de amenazas nucleares entre Trump y Kim Jong-un y, cuando parecía que las aguas se calmaban, la bolsa española recibió el impacto de un doble atentado terrorista en Barcelona y Cambrils.

En 2016 Reino Unido abrió la veda con el Brexit y mantuvo a Europa expectante ante la incertidumbre y sufriendo por la huida de los inversores hacia otros mercados bursátiles. En 2015, la guinda la puso China: el 11 de agosto, su Banco Popular anunció por sorpresa la mayor devaluación de su divisa desde 1994. El mercado lo interpretó como que la economía china estaba peor de lo que se decía y se puso en guardia. Y no olvidemos que el famoso whatever it takes de Draghi se pronunció un mes de julio, en 2012. A más de uno se le resbaló el mojito de las manos.

Y este año, ¿qué viento nos traerá la tormenta de verano?

La guerra comercial entre EEUU y China tiene muchas papeletas. Los aranceles afectan a las multinacionales y a los valores industriales. Entre los principales sectores afectados, el de la automoción, ya que muchos de los coches que vende el gigante asiático son estadounidenses. Y no hay que olvidar el otro tentáculo de la guerra arancelaria de Trump: el que amenaza a la Unión Europea.

Tras la reunión de la OPEP, el petróleo será uno de los activos a vigilar. Y tras las vacaciones, Brasil tendrá una cita importante en octubre: unas elecciones de cuyo resultado dependerá la trayectoria de su economía. Aunque las perspectivas de crecimiento para Brasil son positivas, todavía arrastra la crisis política, económica y social desencadenada en 2017, más una lista de políticos condenados por corrupción que no deja de crecer. Empresas españolas como Banco Santander, BBVA, Telefónica, Iberdrola, Acciona o Endesa tienen importantes negocios en Brasil y sus cuentas dependen del buen hacer político y económico de su Gobierno.

A pesar de estos frentes, todos los años hay un éxito del verano. ¿Cuál será la canción del verano 2018?