Cuando se abre un buscador en un navegador, se lee un medio online o se escucha un podcast de Capital Radio, por ejemplo, tan solo se está navegando en el 10% de internet, el resto es Deep Web. Concepto que no hay que confundir con Dark Web, señalan los expertos.

La Deep Web no es más que todos los archivos que hay en internet que no están indexados por los buscadores. Dicho de otro modo, a ojos de Google y Bing, todas las webs que estén protegidas por una contraseña, ya sea lo que se dice en Facebook, las transacciones de un banco o las series de Netflix, forma parte de la Deep Web. Lo mismo ocurre con las páginas dinámicas de Internet.



La cara desconocida de internet es una gran ciudad en la que la llamada Dark Web se trata de un pequeño barrio, que tan solo ocupa el 1% de la capacidad de los datos oscuros de la Red de redes. Sin embargo, a este recóndito lugar sí se accede a través de un navegador y se llama TOR (por sus siglas The Onion Router), que permite ocultar la dirección IP y otra información que dificulta mucho que se rastree la identidad de los usuarios. "Aunque el anonimato no es total", asegura Carlos Loureiro, experto en criminología y análisis de
redes oscuras.

Esta presunta falta de identidad ha convertido a la Dark Web la red preferida de los ciberdelicuentes. Un espacio dedicado a la compra-venta de armas, drogas, pasaportes y, también tráfico de órganos. Para navegar por este tipo de 'escondites' de la Deep Web es conveniente extremar las precauciones, no hablar con nadie y no descargar nada. De hecho, los hackers suelen servirse de la Dark Web para atacar a usuarios curiosos con pocos conocimientos de seguridad.