La tecnología ligada a la revolución digital se extiende por todas las áreas de la economía y la empresa transformando no solo las estructuras y organizaciones, sino los propios modelos y marcos de actuación. ¿Cómo responde a este cambio estructural la función financiera de las compañías? A esta pregunta han tratado de responder hoy los invitados de la jornada Claves de la transformación organizada por KPMG y APD.

“Más que un reto es una oportunidad”, asegura Ernesto López Mozo, director general económico-financiero de Ferrovial. Las nuevas herramientas digitales garantizan el acceso a una ingente cantidad de datos de forma inmediata, que permite identificar antes las posibles desviaciones de la contabilidad empresarial y apuntalar los pronósticos. “Tener ese acceso y que sea económicamente viable cambia mucho la función financiera. Se libera una cantidad de recursos importante”, señala el directivo de la compañía.

Esta ventaja se amplia a medida que el sector automatiza cada vez más aquellas actividades que requieren gran capacidad manual pero aportan poco valor añadido, a través herramientas como los Robotic Process Automation (RPA) o la inteligencia artificial (IA). López reconoce que este cambio de modelo es un reto: “Se necesita gente con capacidad para analizar los datos en conjunto y también con conocimientos de negocio. La rapidez del dato da mucho valor, pero es un reto en la gestión”.



 



Bernardo Ruecker, socio de auditoría de KPMG, ha asegurado que "la frontera entre la función financiera y el negocio se está difuminando porque la primera es estratégica y no solo en la generación de información, sino también en su análisis".



 




El director general económico financiero de Enagás, Borja García-Alarcón, asegura que “estamos ante un nuevo tipo de control de la gestión” y sin embargo este proceso transformador no es nuevo sino constante: “El Excel fue una revolución auténtica, el siguiente paso fue el acceso a la información, el cambio en los modelos de facturación y los parámetros en la gestión de una compañía”.


La diferencia es que ahora el cambio tecnológico impacta en mayor medida y de una forma más veloz en la función financiera. “Ahora hacemos un control previo, ahora nosotros somos los que hacemos la valoración y gestionamos el riesgo”, apunta García-Alarcón y añade: “Todo lo que podamos extraer y utilizar de los datos ayudará en la gestión del riesgo, teniendo en cuenta también que la revolución de los algoritmos nos obliga a gestionar nuevos paradigmas”.



 

¿Se están acoplando al mismo tiempo la disrupción tecnológica y las empresas? ¿Están siendo las diferentes áreas de la empresa, y la financiera en particular, capaces de adaptarse a los retos que vienen?

El director financiero de Grupo DIA, Antonio Arnanz, asegura que la “función financiera aporta lo máximo posible” en procesos como asegurar las transacciones, acceder a los datos y gestionar el riesgo en un trabajo conjunto y constante con otros departamentos. “Ahora conocemos la opinión del cliente cada día y es gracias a la tecnología. La información que recogemos a través de las herramientas es fundamental”, apunta.



 

Este cambio de modelo se refleja, por ejemplo, en el porcentaje cada vez mayor de fondos de inversión gestionados en gran medida por algoritmos que deciden sobre las inversiones incluso en periodos de volatilidad como los actuales. Sin embargo, un estudio reciente elaborado por KPMG apunta a que el 64% de los consejeros delegados toma las decisiones basándose en su propia intuición en lugar la información predictiva.

Y es que el proceso de transformación tecnológica, la digitalización de los procesos empresariales, requiere en gran medida un cambio cultural que debe llegar rápido para no perder el tirón de la digitalización. “Yo sí me fío más del proceso predictivo de la máquina, porque sé que estadísticamente va a ser mejor”, asegura el director financiero de Grupo DIA.