14’5 billones de dólares. Es lo que necesita invertir la industria energética para satisfacer la demanda global de electricidad en 2040. Una demanda que se habrá disparado un 80%, según el último informe de la Asociación Internacional de Energía.

En concreto, la demanda global subirá hasta los 10.500 gigavatios y la industria energética tendrá que desembolsar 14’5 billones de dólares para alcanzar esas expectativas de demanda. De ese total, 8’3 billones se destinarán a la construcción de nuevas centrales eléctricas que proporcionen 6.700 GW de capacidad adicional. Los 6 billones restantes se destinarán a la construcción de infraestructuras de distribución para entregar la electricidad.

En ese mapa energético, los combustibles fósiles todavía desempeñarán un papel crucial a  pesar del momento de auge que viven las renovables. Dentro de veinte años, más de la mitad de la producción energética global todavía dependerá de los combustibles fósiles. Caerá del 67% en 2013 al 54% en 2040, pero aun así seguirá teniendo un peso importante.

La transición de las energías fósiles a las renovables, por tanto, será lenta, sobre todo porque el combustible fósil será necesario para cumplir con el fuerte aumento de la demanda en países como India y China.

Si miramos al carbón, en concreto, su uso en el mix energético caerá del 41% en 2013 al 30% en 2040, acompañado de un aumento de las fuentes de energía renovables, que subirán de un 6% a un 18% en ese periodo. Ese aumento refleja los esfuerzos de las economías desarrolladas por implantar políticas ambientales más estrictas.

En los últimos diez años, la capacidad de generar energías alternativas a los combustibles fósiles se ha duplicado. 2017 ha sido un año récord para las renovables: la capacidad de generación instalada de este tipo de energía ascendió a 2 millones de megavatios a nivel mundial. Protagonismo especial para la energía eólica, que a día de hoy es la mayor fuente de energía renovable en cuestión de potencia instalada, seguida de la solar.