La danesa Maersk navega a la deriva. La principal empresa de transporte de contenedores lucha contra el exceso de capacidad en la flota a nivel mundial, que ha alcanzado niveles sin precedentes en un momento de gran debilidad en el comercio mundial.

Y es que, por primera vez en 15 años, el crecimiento del comercio mundial será menor que el crecimiento del PIB, según alertó la Organización Mundial del Comercio. El ritmo de crecimiento de los intercambios comerciales será el menor desde la crisis de 2009.



Éste es el problema de fondo. Y a él se ha sumado un exceso en el mercado de envíos, que ha desplomado las tarifas de transporte. Es decir, transportar mercancías ahora es más barato que nunca, de modo que las grandes perjudicadas son las compañías dedicadas a este sector, como es el caso de Maersk. Esto ha desatado una guerra de precios entre los distintos operadores que ha hecho que las tarifas de flete lleguen a unos niveles que apenas cubren los costos del combustible. Y, por si fuera poco, a todo ello añadimos casi dos años de bajos precios del crudo, que han afectado a la filial energética de la compañía, Maersk Oil.

Esa combinación de factores ha hecho que las ganancias de Maersk hayan caído un 44% en el tercer trimestre. Su beneficio neto se ha reducido hasta los 438 millones de dólares, por debajo de lo esperado.

Además, la danesa intenta sobreponerse a la oleada de fusiones y adquisiciones en el sector con la previsión de separar dos líneas de negocio para optimizar el trabajo: una división de logística y transportes y otra energética. Maersk agarra con fuerza el timón para seguir siendo la empresa líder en el transporte de contenedores.