En 2010, Kevin Systrom y Mike Krieger fundaron Instagram, una red social que enamoró a Mark Zuckerberg y le llevó a abrir la chequera para incorporarla al Universo Facebook.

Con dos años de aventura profesional, la lotería de Zuckerberg tocó en las oficinas de Instagram. Un bote de 1.000 millones de dólares que llegaron a las cuentas de Systrom y Krieger. Una compra que no fue nada habitual, ya que Zuckerberg pagó el doble por la red social.

Días antes de completarse la venta a Facebook, Instagram estaba valorada en unos 500 millones de dólares en la última ronda de inversión que se cerró. Pero si se echa la vista atrás, un año antes su precio eran 100 millones.

“Vamos a tomarnos un tiempo de descanso para explorar de nuevo nuestra curiosidad y creatividad. Construir cosas nuevas requiere que demos un paso atrás, entender lo que nos inspira y combinarlo con lo que el mundo necesita. Eso es lo que planeamos hacer”, anunció en un comunicado Systrom, el consejero delegado de Instagram.

Ahora seis años después y siendo una de las adquisiciones más rentables de Facebook, los padres de Instagram lo dejan. “Mike y yo -añadió- estamos agradecidos por los últimos ocho años en Instagram y los seis años con el equipo de Facebook. Hemos crecido de 13 personas a casi 1.000 con oficinas alrededor del mundo. Ahora estamos listos para nuestro próximo capítulo”.