Una historia de ascenso y caída. Ésa es la de Aubrey McClendon, ex CEO de Chesapeake Energy, que fallecía este miércoles, justo un día después de que el Departamento de Justicia de EEUU le acusara por violar las leyes antimonopolios.

Llega, además, en un momento de serias dificultades para Chesapeake, que sufre el impacto de la caída de los precios del petróleo y el gas natural. ¿Pero cuál es la historia tras este visionario?

Conocido como el rey del fracking, Aubrey McClendon parecía estar destinado al sector petrolífero desde la cuna. Su primer contacto con el mundo petrolífero fue gracias a su tío, Robert Kerr, gobernador de Oklahoma y cofundador de Kerr-McGee Corporation, una compañía energética que se dedicaba a la exploración de petróleo y a la producción de crudo y gas natural.

Aunque pudiera parecer que lo llevaba en los genes, McClendon se dedicó a sus estudios y ya desde temprana edad despuntaba una actitud competitiva: tras graduarse en la Universidad de Duke, volvió a su hogar, Oklahoma, y allí comenzó a trabajar como ‘landman’ en Jaytex Petróleo y Gas, una empresa pública fundada por su tío. Allí dio sus primeros pasos: investigaba las extensiones de tierras y averiguaba quiénes estaban en posesión de ellas y de sus yacimientos.

A los 29 años dejó su trabajo como landman y cofundó con su amigo Tom Ward Chesapeake Energy. Fue en ese momento cuando comenzó oficialmente su carrera como visionario de la industria energética.
Bajo su tutela, Chesapeake se convirtió en la firma energética más importante en la producción de gas natural de EEUU. Él fue el gran líder del renacer energético del país gracias a las nuevas técnicas de extracción que introdujo.

Sus negocios en el sector energético lo convirtieron en uno de los hombres más ricos de EEUU y a lo largo de su vida tuvo gestos filantrópicos: uno de ellos, destinado a la universidad en la que estudió, la Universidad de Duke, a la que donó más de 25.000 millones de dólares.

Pero los años dorados de McClendon se truncaron y el imperio se vino abajo. En el año 2013 dejó la compañía tras una revuelta de accionistas alimentada por una crisis corporativa y por las preocupaciones de unos inversores que observaban atónitos el elevado gasto que Chesapeake llevaba sobre sus espaldas.
Pocas semanas después de su renuncia, McClendon fundó American Energy Partners, una empresa que en poco tiempo recaudó miles de millones de dólares de inversionistas.

Pero pronto el Departamento de Justicia de EEUU comenzó a investigar los procedimientos empresariales de McClendon. Y le acusó por acordar con otra petrolera mantener bajos los precios de las concesiones para perforar.

El fraude se habría producido entre diciembre de 2007 y marzo de 2012 por explotaciones en el noreste de Oklahoma. El hecho de mantener los costes bajos habría provocado una distorsión en la competencia. A día de hoy se desconoce con qué compañía había pactado Chesapeake.

De declararse culpable, el fundador de la compañía se hubiese enfrentado a una pena máxima de 10 años de cárcel. Sin embargo, este martes McClendon rechazaba los cargos y un día después ocurría el accidente.