La subida de las confianza de los negocios y de los consumidores y el dinamismo de los mercados financieros no son suficientes para sacar al mundo de una “trampa de bajo crecimiento”. Es una de las conclusiones del informe de perspectivas de la OCDE en el que se observa un crecimiento demasiado débil.

Para este año prevé que la economía mundial crezca un 3,3% y un 3,6% el año que viene, previsiones similares a las que ofreció en noviembre.

Entre los riesgos para que descarrille el crecimiento, el nacionalismo económico y las divergencias en las políticas de los bancos centrales.  Además destaca el rápido crecimiento del crédito al sector privado y el alto nivel de endeudamiento en los mercados emergentes, sobre todo en China.

Para la economía China prevé una desaceleración gradual hasta el 6,5% este año y un 6,3% el que viene. Para Estados Unidos, estima un crecimiento del 2,4% en 2007 y un 2,8% en 2018 por la expansión fiscal del gobierno de Donald Trump.  Y para la zona euro, prevé un ritmo moderado de un 1,6% tanto este año como el que viene. Las perspectivas para el Reino Unido continúan a la baja ante la incertidumbre por el desenlace del “brexit” aunque las ha revisado al alza respecto a noviembre (1,6% este año y 1% en 2017).

Su secretario general, Ángel Gurría, señala que ahora más que nunca los gobiernos deben tomar medidas para restablecer la confianza de la gente y resistirse a revertir los avances que se han conseguido mediante la cooperación internacional.

La organización muestra también su preocupación por la desconexión entre los mercados financieros y la economía real. Pide el coste social de la crisis y el aumento de la desigualdad se aborden para conseguir un crecimiento más inclusivo y para reducir las presiones a favor del proteccionismo y otras respuestas populistas.