El derecho de volver a empezar lo tienen todas las personas, pero la confianza es algo muy difícil de recuperar. Eso es lo que pretende el ex consejero delegado de Gowex, Jenaro García. En Capital Radio, ha explicado que pretende compensar a sus antiguos accionistas a través de su nueva iniciativa, similar a la anterior y además con un nombre parecido, Gow2ex: “Yo quise ir a la cárcel, pero también soy un hombre libre y puedo emprender de nuevo”. La idea es convertir en accionistas a todos los afectados de Gowex sin coste alguno, ya que confía en que el proyecto de las conexiones inalámbricas gratuitas puede funcionar, especialmente en mercados en desarrollo. “Que Gotham descubriera que las cuentas fueron falsas no quiere decir que el proyecto no fuera bueno”, concluye.

Pero, ¿confiarán los accionistas de nuevo en él?. El reto desde luego no es sencillo. La confianza se gana con muchísimo esfuerzo y es muy complicado dar otra oportunidad “a alguien que ha falseado la contabilidad de una empresa año tras año y ha montado una estructura preparada para delinquir”, señala en Capital Radio Miguel Córdoba, profesor de economía financiera de la Universidad San Pabo CEU. Las cuentas de empresa deben ser sagradas. Los inversores sólo puede agarrarse a los estados financieros de una empresa para decidir sobre una inversión y su veracidad es imprescindible.

En la Tertulia Capital, José Ignacio Gutierrez, secretario general de la Confederación de Cuadros y Profesionales, Roberto Espinosa, economista experto en tecnología e innovación y Miguel Córdoba, analizan también cómo se realizan las valoraciones de las startup en la que “un acto de fe es importante”.



El director de análisis de Bankinter, Ramón Forcada, recuerda la situación vivida hace cuatro años cuando estalló el escándalo de Gowex. Respecto a la iniciativa de Jernaro García de poner en marcha una nueva empresa nueva, similar, para resarcir a los afectados, cree que “todo el mundo merece una segunda oportunidad”.



Sin duda, Jenaro García tendrá que hacer un gran esfuerzo para convencer a los inversores y más teniendo en cuenta que tendrá que hacerlo desde la cárcel. Ahora cree que puede equivocarse en el proyecto pero no engañar a nadie. Sin duda es una apuesta de riesgo.