En estos tiempos tan apasionantes para los que amamos el mundo tecnológico, deberíamos de prestar atención a cómo tratar lo que se ha denominado la cultura emocional de las organizaciones o dicho de otro modo, a los sentimientos que los profesionales tienen, o deberían tener en el trabajo, y aquellos que se guardan para sí mismos. Los directivos de las empresas no siempre son conscientes de la importancia clave que suponen las emociones, para construir una cultura corporativa adecuada.

El nuevo exponente de la cultura digital es el salario emocional, algo que ya forma parte de las prioridades de muchos perfiles profesionales, y donde se valora por encima de todo la conciliación familiar, mejores condiciones para desempeñar el trabajo, el reconocimiento personal y la formación y capacitación profesional.

Todo ello forma parte de incentivos no monetarios, algo que las nuevas generaciones demandan y valoran más cada día. Los empleados ahora más que nunca son proactivos y analizan sus carencias y necesidades formativas, para desarrollarse personal y profesionalmente.

Las empresas deben implantar una cultura corporativa innovadora

Han cambiado muchos conceptos y otros están en vías de hacerlo. Las empresas se ponen en el escaparate, muestran su cultura interna, sus valores. Los jóvenes valoran su libertad personal, por lo que esperan tener poder de decisión sobre la prevalencia que debe tener el trabajo en sus vidas.

Se empieza a cuestionar la idea de que el trabajo ha de tener prioridad sobre todos los demás ámbitos vitales y se preguntan: ¿Por qué tenemos que organizar nuestras vidas personales alrededor de unos patrones laborales fijos, cuando muchas de las actividades se pueden realizar con flexibilidad?

Las empresas deben implantar una cultura corporativa innovadora, algo que se mide más allá de sus simples inversiones en tecnología, sino por el propósito, valores, o la mejora en el proceso de toma de decisiones. Hay que adoptar una actitud emprendedora en el más amplio sentido de la palabra. Es necesario adaptarse constantemente para mantener la competitividad a medida que cambian las circunstancias. En una sola década se han producido tantos cambios, como en la industrial a lo largo de un siglo, pero esto no ha hecho más que empezar….