“El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”. Esa afirmación, que está muy presente en el mundo de la política actual y que fue creada por el filósofo marxista italiano Antonio Gramsci la podemos trasladar al mundo actual de la digitalización, pero restando toda su inmensa carga política.

En la actualidad vivimos inmersos en una era en la que todo parece caminar hacia la digitalización, pero siguen existiendo muchos colectivos que todavía están lejos de esa meta, de ahí que sea tan conocido el concepto de brecha digital.

Con la pandemia del coronavirus estamos asistiendo a un fenómeno muy evidente de esta realidad. A pesar de que el comercio electrónico lleva creciendo de manera ininterrumpida varios años, todavía son muchas empresas las que no dan el salto a ello y han tenido que impulsar el cambio de manera acelerada en estos meses. Algo similar ocurre con el teletrabajo.

En todos estos claroscuros no es que surjan monstruos, pero sí puede haber mucha gente que se quede en el camino, por no ser capaces de adaptarse a los nuevos cambios o por no estar preparados para ello.

Los libros en papel frente al libro digital

Otro ejemplo de este frágil equilibrio entre el mundo que no acaba de irse y el que tarda en aparecer es lo que sucede con los libros electrónicos. Hace unos años, muchos analistas anticipaban el fin de los libros en papel, pues los dispositivos electrónicos se antojaban más funcionales, más económicos y más sostenibles.

Sin embargo, la realidad actual es que la literatura en papel sigue estando muy presente, quizás ya no de manera tan absoluta como antes de la aparición de los nuevos formatos, algo obvio, pero todavía hoy hay quien prefiere acudir a los libros en papel en su día a día, o al menos reservar este formato para ocasiones como regalos, ediciones especiales o lanzamientos de gran calado.

Con la música sucede algo parecido, si bien en esta disciplina el cambio de formatos ha estado más presente en las últimas décadas: de vinilo a cassette, de este a los compact disc y del CD a la música online, y ahora el vinilo recobra fuerza últimamente y viene a ocupar ese escenario de cierto prestigio.

Si hoy día ya no se publican discos de manera masiva sino que se contabilizan más otros parámetros como las visualizaciones y escuchas en las plataformas, ¿por qué no dejar el vinilo para trabajos especiales y como fórmula más de merchandising y recuerdo que de consumo musical?

Las fotografías en papel, un recuerdo siempre presente por su emotividad

La fotografía, otra disciplina unida indiscutiblemente a la tecnología, el progreso ha sido muy parejo al de la música, aunque no equiparable en el tiempo. Hace décadas, antes del año 2000, las fotografías que tomábamos eran todas analógicas. Ahí no había oportunidad de borrar fotos y tomar varias posando hasta encontrar la toma perfecta, pues cada disparo era pura incertidumbre hasta el revelado del carrete.

Ya a finales de los 90 y principios de los 200 comenzaron a aparecer las primeras cámaras digitales, que tenían como ventaja principal la posibilidad de tomar las fotos que se desearan y posteriormente borrarlas si no eran del agrado del profesional o del usuario doméstico que tuviera uno de estos dispositivos entre manos.

A nivel profesional la fotografía avanzó sobremanera, dejando a un lado las cámaras analógicas y pasando de manera total a las digitales. En el caso de la fotografía amateur, esta evolución dio un paso más más adelante, y es en el que seguimos instalados hoy día, las cámaras de los smartphones.

Cualquier buen teléfono de la actualidad es capaz de inmortalizar imágenes de muy alta calidad, pues la tecnología que desarrollan estos equipos es elevadísima. No obstante, y volvemos a la cita de Gramsci, si lo nuevo es la digitalización y lo viejo es la foto en papel, lo viejo no termina de irse ni de ser sustituido por lo nuevo, pues mucha gente sigue optando por imprimir y conservar como recuerdo sus fotos en papel.

Hasta tal punto es así que existen empresas especializadas en este servicio y que ofrecen fotos gratis, es decir, la impresión de imágenes digitales de manera gratuita y muchas otras opciones. Es indudable que existen pocos regalos más emotivos que una foto en papel, porque aunque el acto sea el mismo, inmortalizar un recuerdo, conservarlo en papel añade nostalgia y deseo por conservarlo.

Las relaciones vivas entre fotografía y tecnología son muy evidentes. Uno de los principales gigantes informáticos del momento, Google, permite un servicio a través del cual buscar contenido en su buscador mediante imágenes.

El funcionamiento es sencillo. Para buscar en Google fotos por lugares, una función novedosa del buscador, solo debeos instalar la app Google Fotos y ver las imágenes que otros usuarios han subido de ese lugar y han decidido compartir con la comunidad. Hasta el momento, la app solo está en modo de prueba en algunos dispositivos, pero es posible que si resulta exitosa, se convierta en una opción más de la compañía para facilitar la navegación a los usuarios.

Los humanos no somos píxeles, y aunque estos últimos sean un indicador muy claro de cuál es la calidad de imágenes que podemos tomar con los dispositivos digitales, nada puede hacer desaparecer la magia de una foto en papel, un recuerdo vivo de una experiencia pasada, el viejo mundo que no acaba de irse, y que no tiene por qué hacerlo.